CIUDAD DEL ESTE. De la nada, el cielo que de por sí ya estaba medio complicado, se puso de un color gris bastante feíto para luego hacer que se “venga la oscuridad” acompañada de unos vientos de la gran siete que armaron un guarara en cuestión de minutos.
Al primer soplido luego ya se fue la luz, y al toque, la cosa se puso más fea y los árboles comenzaron a sentir en “rama propia” la furia de la naturaleza. Más de uno se vino abajo y terminaron haciendo puré vehículos, casas y una partida de tendido eléctrico.
A todo esto se le sumó una fuerte caída de lluvia que en cuestión de minutos dio “vida” a unos raudales que no perdonaron a nadie ni a nada. La más afectada fue el tramo entre el kilómetro 4 y el kilómetro 7.
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