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Final feliz: El momento más esperado de su vida llegó 40 años después

Final feliz: El momento más esperado de su vida llegó 40 años después
  • VIAJE. La mujer rumbeará a Argentina para el momento más esperado. También verá a su hermana por primera vez
  • ABANDONADA. Liz Irrazábal fue dejada por sus padres y nadie se hizo cargo de ella. Pasó una vida, nunca perdió la fe y ahora conocerá a su papá

La historia de Liz Irrazábal parece sacada del guión de una teleserie turca. Pero su realidad supera a una puesta en escena. Encierra un drama de identidad perdida. Y a la vez, de identidad recuperada labrando búsquedas que rescataron memorias, recuerdos, ayeres, fotografías, nostalgias. Entre Luque y González Catán. De Paraguay a Argentina.

Ella accedió a una entrevista con nuestro medio y dice que se aferró a la fe para no bajar los brazos, frente al oleaje de precariedades y lágrimas e incertidumbre. Fue de un país a otro. Pasó de familia en familia. Cambió nombres, apellidos y domicilios.

Siempre supe que era adoptiva. Por eso siempre quise saber mi historia. Saber por qué me abandonaron. ¿Qué pasó para que me dejen?”, nos dice Liz, como rompiendo el hielo y abriendo esas interrogantes en las que empezó a bucear año tras año desde que se le antojó un día -como dice- saber su verdad.

ANSIEDAD. Liz sabe que falta muy poco para por fin poder dar ese abrazo que hace 40 años está esperando llegar a su papá.

Me dan ganas de llorar muchas veces. Es muy triste. Pero esta historia tendrá un final feliz”, comenta con voz carcomida por una amargura que sabe tiene los días contados. Baja un hilo de lágrima por la mejilla, temblándole el corazón en la garganta. Hay un silencio y dejamos que continúe, para que nos hable de la otra parte de la historia, porque la moneda cayó ahora del lado de las buenas noticias, las que esperó con paciencia espartana.

Voy a viajar el 7 de febrero a la Argentina para verle a mi padre por primera vez. También me voy a reencontrar con mi hermana después de 40 años por ahí”, cuenta a Crónica. Le comen la cabeza los pensamientos al imaginarse en González Catán (provincia de Buenos Aires) dentro de algunos días, tal vez en alguna rueda de mate o tereré, o junto al asador, contándose la vida con su papá Marco Caballero y su hermana Rossana Cantero, confesándose los años que se deben. Sabe que tanta tristeza tendrá el final que se merece. Por el que llena de fe Liz luchó. Lucha por este final feliz.

Siempre supe que era adoptiva”

LO BUSCÓ. Liz contó que desde hace mucho busca a su papá.

A Liz Irrazábal le brillan los ojos en esta cuenta regresiva, antes de contarnos detalles complejos y dramáticos de su infancia. “Como te dije, siempre supe que era adoptiva. Pero cuando era niña no podía hablar. Cuando preguntaba por mi papá, mi mamá Crispina, quien me crió, se enojaba mucho y decía que yo era una malagradecida. Yo hace como 10 años que empecé a saber mucho de mi pasado, yendo de un lado para otro, averiguando por Facebook. Así llegué a mi tía que era profesora en Zeballos Cué. Yo sabía más o menos de dónde provenía. Ella me llevó a otra tía y así empecé a saber más”, remarcó.

Recuerdo así, vagamente, que éramos dos nenas”

Alta dosis de emociones fuertes el esperan a esta morocha luqueña, fanática de Cerro Porteño y la banda Babasónicos. “Yo soy argentina. Mis padres son paraguayos y recuerdo así, vagamente, que éramos dos nenas. Éramos uña y carne. Yo vine cuando tenía cuatro o cinco años. Mi hermana Rossana también siempre estuvo buscándome”, señaló Liz.

En toda esta hermosa historia de reencuentro, resultó un pilar fundamental la tía Balbina, de memoria prodigiosa y sabedora, como pocas, de datos familiares conducentes a pistas y nombres claves. “Yo tenía recuerdos de pequeña y el año pasado se me antojó saber algo de mi y empecé a buscar en Facebook y le encontré a la tía Balbina, a su hija Gloria, empezamos a chatear. Hablando con ella supe de mi padre, mi hermana y así empecé am digamos, cerrar el círculo”, apuntó a Crónica.

Una pelea, la separación, el cambio de nombre

Mi mamá (Leonora Cantero, ya fallecida) y mi papá se pelearon en Argentina. Y ella me trajo enojada a Paraguay. Ahí me separé de mi hermana (se fue después con otra tía) y mi papá. Mi mamá me regaló a una familia que, por problemas económicos, me volvió a regalar. Así llegué a manos de la señora Crispina. Me cambiaron de nombre y ese fue el motivo por el cual mi papá no me podía encontrar. Yo me llamaba Karina Caballero”, graficó.

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