• NO ES TANTO. Juan Gómez comentó que al principio le pareció medio jodido, pero se dio cuenta que no es tanto como se dice

Dicen que por amor se puede hacer cualquier cosa y tal vez es el caso de Juan Gómez (30), quien fue a vivir al lado de la cárcel de Tacumbú detrás de su lapa Laura Saucedo. Con un estilo muy simpaticón contó a Crónica que tuvo que mudarse para formar su familia con ella y atender de su pequeño. Hace dos años que vive ahí y la experiencia no es tan jodida como pensaba ra’e.

“Vine porque está acá la mamá de mi bebé, hace dos años ya que estoy con ella acá y mi bebé tiene esa edad también”, empezó relatando. Al ser consultado si es que fue detrás del “amor”, no pudo evitar reírse de la pregunta y aunque no quiso ponerle tanto romanticismo al tema, dijo que evidentemente se mudó para formar su familia.

Juan es de Limpio, pero ya vivió un tiempo en Cambala también. “Vivía en Cambala en un alquiler y creo que era lo mismo que acá, con la diferencia que para mí que hay más seguridad acá por los controles policiales que se hacen”, he’i.

Aseguró que nunca todavía le tocó “saludar” a ningún recluso, ya que aún no presenció ninguna fuga. “No le vi a ninguno aún porque de ahí no salen, ahora cuando salgan podemos tomar tereré acá”, bromeó entre risas.

Su casa está en uno de los costados de la cárcel.

En setenta años doña Ceci ya pasó de todo

Doña Cecilia Silva tiene 70 años y es el tiempo que vive ahí y ya vivió de todo he’i. “Muchas veces estuvimos con el corazón en la boca, cuando escuchamos los tiroteos y esas cosas. Cuando había fuga, uno sabía que tenía que esconderse nomás ya y llavea la puerta porque ellos (los presos) en cualquier lado se quieren meter”, aseguró ña Ceci.

Igualmente dijo que muchas veces ella y los vecinos ya vieron escaparse a los malevos y en algunas ocasiones salían caminando como si nada como si fuera un vecino más nomás. “Pasaban así de forma normal frente a la casa”, siguió la kuñakarai.

“Varias veces ya intentaron esconderse en nuestras casas”

Pedro Saucedo (31) por su parte contó que ya están acostumbrados a todo tipo de acontecimientos. “Varias veces ya intentaron esconderse en nuestras casas. Los presos saltaban el murallón, recurrían a cualquier casa para escaparse. Cuando eso ocurre entramos en la pieza, estamos con mucho temor, o si no salís y te enfrentás, o sea te mostrás, salís, entrás, le mirás, de esa forma cuidamos que no entren a la casa. Uno está expuesto”, aseguró.

Pero agregó que hace un tiempo entran los de la FOPE a hacer su control y ya no hay tanto bolonqui. Hasta los chespiritos corren, he’i.

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