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“Fuimos a dedo desde Quiindy”: El vendedor de pororó que se “vistió” de héroe en el Ycuá

“Fuimos a dedo desde Quiindy”: El vendedor de pororó que se “vistió” de héroe en el Ycuá
  • RELATO. “Subimos a una camioneta y fuimos hasta el local (…) Salvar vidas en aquel momento fue tremendo, no solo para mí, si no para mis demás compañeros”, comentó
  • TRAGEDIA DEL YCUÁ BOLAÑOS. A 14 años de que el local se convirtió en un infierno, don Roberto recuerda cómo rescató a varias víctimas

Era un domingo tranquilo. Centenares de personas realizaban compras, otras se disponían a festejar -de forma tardía- el Da de la Amistad en el patio de comidas del supermercado Ycuá Bolaños, de Santísima Trinidad, Asunción. Pasadas las once de esa mañana de aquel 1 de agosto del 2004, los clientes fueron testigos de cómo ese domingo de compras se convirtió en la jornada más terrible de su existencia.

Esa mañana quedó marcada en la sociedad paraguaya como el día en que se desató un infierno en la esquina de la avenida Artigas y Santísima Trinidad. El fuego enlutó a familiares de más de 400 personas. Una tragedia imposible de olvidar.

Hoy se cumplen 14 años de aquel terrible suceso que, incluso, pudo haber sido peor, de no ser por héroes anónimos que auxiliaron sin dudar a las víctimas.

SUPERMERCADOKUE. El sitio donde ocurrió la tragedia que conmocionó a todo Paraguay.

Uno de ellos fue don Roberto Britos, un vendedor de pororó que en aquel momento no dudó en ir a ayudar a los que necesitaban ayuda, pese a que se encontraba en la ciudad de Quiindy.

Estábamos en el cuartel de bomberos K83 de Quiindy, y con tres compañeros (Liliana Orzuza, Raúl Fretes y Luis Correa) decidimos -sin dudar- acudir al sitio para auxiliar en lo que podíamos”, contó mientras empujaba su carrito de pororó por las calles de la ciudad de la pelota.

Cuando eso no contábamos con un camión hidratante en el cuartel, entonces fuimos a dedo desde Quiindy hasta Santísima Trinidad. Una camioneta nos paró, subimos a la carrocería y fuimos hasta el local. En nuestra cabeza solo estaba que teníamos que estar ahí para ayudar”, recordó. “Al llegar al sitio auxiliamos a muchas personas heridas e indefensas. Fue un momento muy duro, pero logramos salvar vidas”, recordó.

Salvar vidas era lo que importaba”

Llegamos desde Quiindy al Ycuá Bolaños en 45 minutos. Recuerdo que desde la carrocería dirigía el tráfico con mi silbato”, contó Roberto. “Nunca supimos quién fue el chofer que nos acercó hasta el lugar. Él es un verdadero héroe porque no se negó a hacer el viaje”, explicó.

Al llegar, ya comenzamos a trabajar. Era todo muy triste”, comentó. “Salvar vidas en aquel momento era lo que importaba. Ese momento marcó mi vida, sin lugar a dudas. Fue el auxilio más difícil que realicé hasta el momento. Mis compañeros rescataron a muchísima gente”, explicó que es el fundador -junto a otros 18 compañeros- del cuartel de bomberos voluntarios K83 de Quiindy.

VÍCTIMAS

En el incendio perdieron la vida más de 400 personas y quedaron heridas centenares de personas. Varios de ellos continúan con secuelas hasta el día de hoy.

ACTIVIDAD

Hoy se recordarán a las víctimas con un acto central a realizarse en las inmediaciones del siniestrado lugar y con la habilitación de la exposición “Arte por la memoria”.

CONSTRUCCIÓN

La construcción del sitio de memoria y centro cultural 1-A Ycuá Bolaños está en pleno desarrollo, por lo que el acto no será posible realizar dentro del predio.

EXTINCIÓN DE PENA

Los abogados de Juan Pío Paiva -dueño del supermercado- solicitaron la extinción de la pena de su cliente por haber compurgado la pena de 12 años el pasado 11 de junio.

Las “lágrimas” de las víctimas que sana, según contó una doña

DOLIDA. Doña Francisca Alonso viuda de Giménez.

Francisca Alonso viuda de Giménez (75) reconoce que gran parte de su vida se fue en las llamas del fuego. La abuelita perdió durante el siniestro a su hija Mirna Marlene (36), a su marido Zacarías Giménez, y a sus tres nietos, Gustavo (11), María Paz (8) y José Sebastián (2). Su relato refleja lo que vivieron cientos de familias que también perdieron a sus seres queridos en similares circunstancias en aquella tragedia. “Hasta ahora no me recupero del dolor, es difícil todo para mí”, dijo.

Yo me salvé de milagro porque quedé a cuidar de mi tía”, contó. “Pero tengo la certeza que ellos están a mi lado siempre”, agregó. Ña Francisca comentó además algo que ella considera una señal, un mensaje. Dijo que tiene en su casa un banner con las fotografías de las más de 400 víctimas y que la misma derrama agua milagrosa. “Para mí son lágrimas de ellos, como que nos quieren decir algo”, dijo y agregó “es más, el agua es milagrosa, cura. A mí me sanó de un dolor en las piernas”, finalizó.

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