• CUESTIÓN DE FE. María Elizabeth Benítez contó a Crónica cómo es que su fe la salvó del mal que la aquejaba. Estuvo a un paso de la muerte, incluso

En noviembre del año pasado la vida de María Elizabeth Benítez (56) dio un giro inesperado. Tras una serie de molestias fue a realizarse un chequeo médico y luego de varias idas y vueltas al hospital el diagnóstico fue contundente: el cáncer de mama la estaba invadiendo y al parecer era bastante agresivo. En ese momento el mundo se le vino encima, la tristeza fue su fiel compañera.

Pero lejos de acobardarse y entregarse a ese mal, María decidió tener fe y le empezó a orar a Jesús. “Recuerdo que era un momento muy fuerte para mí. Encontré en mi habitación un rosario de liberación y sanación que me dio un padre y esa fue como una señal para mí. Me arrodillé y le pedí al Señor que por cada una de sus cinco llagas tenga piedad y misericordia y me sané”, empezó su relato.

María fue sometida a cirugía en diciembre pasado, le hicieron la mastectomía (extirpación de las glándulas mamarias) y luego ya inició su quimioterapia. Fueron 16 sesiones. “Me entero en ese momento que la cirugía fue bastante complicada, tuve un edema del pulmón, paro respiratorio, por lo que en el procedimiento me rompieron dos costillas, estuve a punto de irme de este mundo, pero yo comprendí que la mano de Dios estuvo allí y tiene otros planes para mí”, siguió.

Nunca dejó su tratamiento médico, cumplió todo, finalmente este 27 de julio terminó sus sesiones de quimio y se volvió a realizar unos estudios. “Consulté con el médico y me dio la gran noticia de que ya no tengo ningún rastro de células malignas. ¡Esto es un milagro! Me lo dijo el propio médico. ‘Estoy muy feliz contigo porque lo que nosotros hacemos no es suficiente. Tu fe es la diferencia’”, relató emocionada.

MUCHOS

Ya escuchamos testimonios similares de personas que se curan así.

AHORA VA A SERVIR A KIRITO Y CONTARÁ SU TESTIMONIO AVEI

Luego de pasar por tan dura prueba, María solo quiere agradecerle al Kirito, he’i. Así ella quiere llevar su testimonio a las personas enfermas que lo necesitan y servirle a Dios. “Estoy trabajando de a poco en formar grupos para conocer mejor los hábitos que debemos cambiar en la alimentación, en la faceta de perdonar y sanar conflictos también, en lo espiritual”, explicó.

Instó finalmente a la gente a tener fe en Dios y no dejarse caer por más jetu’u que sea su sitú. “Hay que tener fe y sobre todo permanecer, nunca decaer”, dijo tajantemente.

FALTAN MUCHAS COSAS EN INSTITUTO

María aprovechó la ocasión para comentar sobre las falencias que ella ve que actualmente hay en el Instituto Nacional del Cáncer (Incan). Dijo que faltan medicamentos, pero por sobre todo ella vio que el hospital está cargado de pacientes, he’i. “Hay muchas compañeras en la misma situación que por ejemplo necesitan drogas muy costosas y es desesperante ver los rostros de tristeza de estos pacientes”, agregó.