• LO QUE DICEN. “Me hinchan siempre porque mi Escarabajo no le hace competencia a los rodados de mis colegas”, contó entre risas

POR RODRIGO VALDEZ

(Tw: @rodrisamuvaldez)

Don Gerónimo González es un profesional del Derecho. Ni bien baja de su vehículo en el Palacio de Justicia lo primero que le dicen es “¿por que no cambias tu vehículo?” Y es que, lejos de tener un rodado de la gran siete como muchos “picapleitos” lo tienen, el Dr. González prefiere ir a litigar a bordo de su Escarabajo del año 1978, y esos dichos no lo incomodan en absoluto, al contrario lo toma con mucha gracia.

“A muchos les sorprende mi Fusca viejo (risas). Yo amo a mi vehículo. Me hinchan siempre porque mi Escarabajo no le hace competencia a los rodados de mis colegas”, dijo, tomando todo con mucho humor. “A veces me siento un poco incómodo al estacionar a lado de un vehículo del año (bromea), pero no por eso lo voy a cambiar. La gente me dice: ‘cambia tu Fusca porque está viejo’, y yo les contesto: ‘yo amo mi vehículo justamente por eso, porque es viejo’. La verdad que no me muero por lo material ni tampoco me interesa”, contó.

El Dr. González incluso ya se ganó algunos apodos en honor al auto que maneja. “Los actuarios, los asistentes y los funcionarios me dicen el ‘Dr. Mr. Bean’, pero en buena onda, yo lo recibo con mucha gracia”, comentó. Para el profesional del Derecho, lo que debe importar -en su profesión y en todos los ámbitos- por encima de lo material es la honradez y la honestidad. “La honestidad es un valor humano, una actitud que siembra confianza en uno mismo y en aquellos que están en contacto con la persona honesta. Y eso es lo que importa. La honradez vale más que los lujos que uno pueda tener”, sostuvo. ¿Será una indirecta?

Cuando estaba mal encontró una salida en la educación

El Dr. González sabe lo que es el sacrificio desde pequeño. “Cuando era bebé, mi mamá me entregó a su hermana, mi tía Antonia, quien estaba en silla de ruedas”, dijo. “Pese a su condición física, ella me educó de la mejor manera. No me dio lujos ni muchas comodidades, pero me dio las herramientas para salir adelante por mi cuenta”, comentó.

“Crecí en el barrio Cañadita de Ñemby. A muchos de mis excompañeros de escuela los encontré en la cárcel, otros no me reconocen por estar drogados”, dijo con pena. “Mucha gente me dice por qué no salí mal, y yo le respondo: ‘me iba mal y me podía ir peor, pero encontré una salida en la educación’”, explicó. “Ahora tengo una hermosa familia a la que quiero demostrar que la honestidad, la honra y la ética no tienen precio”, finalizó.