El coche fúnebre fue un motocarro conducido por uno de sus amigos. No hubo larga caravana de vehículos como se acostumbra. La gente llegó a pie al camposanto.

Las coronas de flores fueron las lágrimas que cada una de esas personas derramaba al recordar a don Carmelo, el reciclador que falleció el fin de semana pasado arrastrado por el raudal sobre la avenida Avelino Martínez, en Fernando de la Mora.

En la mañana de ayer fue llevado a su morada final y le dieron el último adiós. El don descansa en paz en un pequeño sitio en el Cementerio Sur de la citada ciudad.

En el camposanto se vivió algo llamativo. Fueron sus propios amigos los que hicieron de panteoneros y cavaron el pozo donde ubicaron el cajón. No fue casualidad, simplemente cumplieron con él, según dijeron.

“Alguna vez nos dijo que quería que sus amigos le enterremos si partía primero que nosotros y aquí estamos -junto a su familia- cumpliendo con él. Gracias a todos los que ayudaron para que pueda estar aquí”, comentó don Hernán Acosta (45), quien es amigo de años de don Carmelo.

Contó que ambos se conocieron de chicos y desde entonces fueron amigos inseparables. “Su partida nos dejó a todos muy dolidos y tristes. Cavar la tumba de un amigo es una sensación difícil de explicar. Lo hacemos por el amor que le tenemos. Siempre me decía que si a él le tocaba irse primero tenía que enterrarle, y aquí estoy cumpliendo con mi amigo”, agregó.

“Él se fue trabajando. Se dedicaba a la albañilería y a reciclar latitas para vender. Con lo poco que ganaba, no dudaba en ayudar a los niños de Cerrito, que es la zona donde vive”, dijo.