NUEVA ZELANDA. “Pensé que era una muñeca”, contó el pescador Gus Hutt. “Entonces tendí la mano, lo agarré por el brazo y aun así seguía pensando que era tan solo una muñeca”, agregó. Pasó en una playa de Bay of Plenty, en la Isla del Norte, en donde encontró a Malachi Reeve.
“Su cara parecía de porcelana, con el cabello corto pegado al rostro, pero soltó un pequeño grito y pensé: ‘¡Dios mío, es un bebé y está vivo!’” “Si no hubiera estado allí o hubiera estado un minuto más tarde, no lo habría visto”, añadió.
Los padres del niño corrieron a la recepción del campamento. Su madre, Jessica Whyte, explicó que su hijo estaba de color “morado, frío y parecía encogido”. El niño se recuperó. “Es el de siempre. Es una historia milagrosa”, dijo el padre.
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