HISTORIA DE NOVELA. Cuando un hijo está en camino, el corazón se alborota, la mente se bloquea, el sueño se va de fiesta y las ansias locas de que llegue el momento esperado se acentúan cada vez con más ímpetu.

Los días se hacen largos, las horas no pasan, en tanto que la incertidumbre y el temor están latentes. Pero cuando un hijo se va, el corazón se hace trizas, la vida pierde mucho de su sentido y el dolor es tan intenso que a veces ya nada se siente.

Esta es la situación que les tocó vivir a Aníbal Barreto Monzón (64) y su esposa Florinda Ávalos (61), quienes hace un poco más de 21 años, estaban con muchos proyectos e ilusiones, a la espera de su par de gemelos: Matías y Mateo, que finalmente no llegaron a ver la luz del día. Ellos murieron antes de llegar a este mundo.

Dos días después, como si se tratara de una gran ironía de la vida, unas gemelas fueron abandonadas en el Hospital de Clínicas, mismo lugar donde fue intervenida Florinda. Fue en ese momento que Aníbal, quien aparte de la muerte de sus pequeños, cargaba con la preocupación de su esposa en terapia intensiva, sintió como un llamado divino.

Él estaba decidido, quería adoptar a esas chiquitas e inició los trámites para poder hacerlo. La cosa estaba difícil, era un hombre que luchaba a diario para salir adelante, contra otras personas que tal vez tenían mejores condiciones para criar a ese par. Pero luego de mucha guerra y sin saber cómo, lo logró. Hoy sus princesas tienen 21 años.

“Después de la lluvia salió el arcoiris para mí y fue con la llegada de mis princesas Sol y Majo”, empezó relatando. Recordó cómo lo imposible se hizo posible.

“Parecía imposible que la custodia me den a mi. Yo no tenía muchos recursos, yo hacía los escritos y le llevaba a un abogado amigo a que me firme. Finalmente el 17 de noviembre de 1997 me dieron la custodia, seis meses después”, recordó.

La esposa estuvo 54 días en terapia intensiva y lo superó

Fue un lunes cuando Aníbal llevó a su señora en estado muy delicado al hospital. Un medicamento para una supuesta alergia de la piel que le dio el viernes anterior otro médico pudo haber sido la culpable de la situación.

Ya cuando le hicieron la ecografía, los médicos pillaron la muerte de los bebés. Ya nada se podía hacer.

Pero la terrible historia siguió, su señora estaba muy delicada y estuvo 54 días en terapia intensiva. Finalmente todo lo superaron juntos y hoy disfrutan de sus “belluras” que hasta en la facu ya van.

“Nunca me emocioné tanto, era un informe maravilloso”

El 12 de mayo de 1997 sus pequeños ya habían emprendido vuelo, y dos días después nacieron ellas, Sol y Majo, sus hijas “del corazón” y “no de panza”, como él mismo lo define. El trayecto para llegar a ese “bendito” noviembre (cuando le dieron la custodia) no fue nada fácil.

Una anécdota que no se le olvida nunca a Aníbal es que cuando llegó la asistente social a ver si tenían las condiciones económicas para criar a las bebas, las esperanzas se le había derrumbado por completo.

“Era una señora muy argel, la más argel de mi vida. Yo le dije a mi esposa cuando se fue no tengas ninguna esperanza porque esa señora es una malvada. Pero otro día fui a revisar el informe que hizo y nunca me emocioné tanto, era un informe maravilloso, una novela escrita por esa señora tan argel”, relató.