Eposíble! Péichama voi ko’aga. De todo ya pide la gente para salir de lo habitual, incluso, hasta un pesebre fit. La familia Cabrera, que se dedica a la alfarería, estaba terminando un Niño ¡con abdominales marcados! a pedido de uno de los clientes que son atletas ndaje.

Y atentos, porque también ya se puede hacer que el juego de pesebres se vea “a pedido”. ¿Mba’e? Sí, así como suena. María puede tener la cara de tu enamorada o que José tenga igualito que la cara de tu chico’i o pareja. Solo es cuestión que llegues hasta Areguá con la foto de aquella persona especial que querés su ra’anga para tu establo navideño, ha lístoma.

“Los gustos van cambiando. Ahora quieren pesebres pesocas. Justo nos pidieron un niño con los abdominales bien marcados en la panza”, cuenta hasta con sorpresa, ña Cirila Cabrera (57), la más antigua artesana de la ciudad de la frutilla.

La doñita omombe’u cada peculiar pedido de pesebres que le llegan, ya admite que hay veces que no sabe qué decir. “Yo llevo 30 años metida en esto de la alfarería, y hasta a mí me cuesta creer las cosas que me pidieron ya este año.

Unos muchachos llegaron con una idea, querían que María tenga igualito que la cara de la chica con quien están y que las imágenes sean de tamaño real de las personas que eran sus parejas”, he’i.

“Pero las chicas tampoco se quedaron atrás. Llegan pidiéndote que José o hasta uno de los Reyes Magos le parezca al muchacho que les gusta. Una si que pidió que su rey sea como ese cantante Nacho”, opoi.

Y ante la consulta de cuánto costaría que María y José sea como tu pareja ideal, la respuesta fue clara: “30 millones cuestan los pesebres personalizados porque se trabaja mucho en los detalles, las imágenes deben quedar igualitas a como pide el cliente”.

Los pesebres “chuchi” son ¡sexy y con caras bonitas!

Aquellos que llegan con la foto de su “chuli” para que forme parte de la escena del nacimiento del Niñito Jesús muchas veces piden que en rea­lidad no sea “tan igual”, sino que aparezcan más “sexy” y con una cara onda modelo.

César Veloso (37), caricaturista, es quien se encarga de dar vida a las imágenes; es decir, que sean casi reales como las personas de las fotografías. Sobre esta labor, cuenta que “hay caras difíciles de replicar, pero otras no tanto.

A veces pasa que hasta tenemos que mejorar a la persona de la foto onda cirujano. Nos piden tipo editar y que se vean más lindos. Es muchas veces complicadito, pero roñeha’ãmbaite como se dice”.

“Le debo dar color y vida a las imágenes”

Doña Rossana Cabrera (40), la pintora, es quien da color a las ilustraciones de barro una vez que fueron secadas. He’i que su trabajo “es el más difícil porque hasta la peca debo pintar. Ya me tocó hacer un José, rubio, otro morocho y hasta pelirrojo. Ya muchas caras me tocó pintar.

Algunas muy lindas, otras regulares y algunos si que peores que otros”, he’i la pintora capeta en medio de risas.