“Ser taxista no es fácil”, comenta don Aníbal Sánchez (56) mientras espera que la clientela llegue. “Pero si vamos a ir por eso, no hay trabajo fácil”, sigue con humor. El karai trabaja en una parada conocida de Fernando de la Mora, y es incluso propietario de su vehículo.

Comentó que muchas venturas y desventuras ya le dio la profesión, pero entre tantas anécdotas que fue almacenando con el pasar de los años, una es la que nunca va a olvidar.

“Recuerdo que una vez ligué un piedrazo, sin qué ni para qué. Yo le llevé a una cliente a un lugar y una señora nos siguió. Al parecer mi cliente era la amante porque la señora llegó y atropelló la casa donde le dejé y la chica corriendo volvió para subir al taxi y la señora ofuscada me tiró un piedrazo que ligué gratis, de arribaite”, omombe’u.

El peligro al que ellos se exponen es tremendo. “Así como dice la canción de Shakira, nosotros somos ciegos, sordos y mudos acá, vos viste pero a la vez no viste nada, o lo que viste te callas porque no hay garantías para nosotros”, dijo. “A un compañero de otra parada así le mataron. Él había presenciado un asalto, salió de testigo y le dieron 47 puñaladas después por eso”, recordó la escalofriante escena el trabajador.

Lo bueno es que a don Sánchez nunca en sus 23 años de experiencia lo asaltaron, he’i. Y para eso tiene un secreto: rezarle todos los días al Kirito. “Yo me encomiendo a Dios siempre, para salir, al regresar y al acostarme, yo creo que por eso nunca me pasó nada”, aseguró.