Era un día normal para el suboficial segundo Carlos Paiva, quien el pasado jueves se encontraba de guardia en la Comisaría 3.ª, en el centro de Villarrica, cuando cerca de las 13:00 horas recibió la llamada desesperada de su casa: su hermana, Iris, de 15 años, había sido acuchillada tres veces. Su exnovio, José Baeza, era el sospechoso y se había dado a la fuga.

“El mundo se me vino abajo al enterarme de que le hirieron a mi hermanita, a la pahague de la casa, a mi ‘Iris bella’, como la llamaba de cariño.

Lo primero que hice fue alertar por radio a todas las comisarías cercanas y de esa manera armar el operativo para cerrar las salidas y que el sospechoso no termine escapando. Fui directo a mi casa que se encuentra a unas diez cuadras. Mi hermana fue llevada hasta el hospital en donde falleció”, relató con tristeza.

“Al instante seguimos con el operativo de ubicar a Baeza. Fuimos a varias partes hasta que nos dijeron que él se fue a la casa de su abuela en Itapé y al llegar nos dijeron que el muchacho se metió al monte. Nos ocultamos ahí cerca de cinco horas hasta que lo pudimos localizar”, contó Paiva.

Al tenerlo en frente le preguntó por qué hizo eso: “Él me dijo que la mató por amor y que si ella no iba ser para él no sería de nadie más. Yo mismo encabece al grupo para que el crimen de mi hermana no quede impune.

Soy policía hace siete años y por más que él haya matado a mi hermanita no hice justicia por mano propia. Yo le perdono y espero que Dios también lo haga”, finalizó.