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Arma su pesebre como promesa de un milagro

Arma su pesebre como promesa de un milagro

Como en cada Navidad, el pesebre recupera su lugar en muchos hogares de nuestro país, para perpetuar una tradición más que milenaria, asociada a la celebración del nacimiento de Jesús.

En la actualidad, el pesebre es sinónimo de cuna de Jesús o de la escena completa del Niño Dios rodeado por sus padres, los Reyes Magos, los pastores y los animales en un establo. Pero para Carlos López (67) significa todo eso y mucho más.

Hace 30 años que su pesebre es uno de los más visitados en la zona de Capitán Miranda, Itapúa, y ya es toda una sensación en esta época. Y es que los pobladores confiesan que en el sitio se respira paz, tranquilidad y hasta ocurren milagros.

Don Carlos comentó que para él, armar un pesebre no solo es cumplir una tradición, sino que se trata de una promesa al niño Jesús que lo sanó de un terrible mal que lo aquejaba. “Recuerdo que fue hace 30 años, minutos antes de la Navidad que me encomendé a Él y obró en mi vida”, dijo.

Una enfermedad parecía ganarle la batalla, pero fue ahí que el don dobló rodillas y pidió al Niño Jesús que lo sane y que él sería un fiel servidor. “El dolor en mi espalda era muy grande, ya casi no caminaba, no tenía ánimo para nada.

Fui ahí que le dije al Niño Jesús que si él me sanaba cumpliría una promesa de hacerle un pesebre hermoso cada año. Y hace 30 años que lo preparo en gratitud a él”, contó a Crónica.

“Mi pesebre es especial, lo hago con amor, para Él a quien se lo debo todo. Yo soy un milagro de Él, y yo simplemente se lo agradezco y lo haré hasta que Dios diga basta”, finalizó.

Se está perdiendo la tradición”

El karai le pone empeño a su labor.

 

“Hoy en día veo que se está perdiendo esa valiosa tradición de armar el pesebre en familia esperando la Nochebuena. Ojalá que eso cambie”, dijo don Carlos. El karai comentó que su obra no es una más.

Él mismo arma su pesebre con retablo en la parte principal y pendiente bajo piedras naturales, pastos verdes, y una fuente de agua con corriente continua al que coloca pequeños peces.

“Me llevó cuatro días terminarlo. Le pongo amor, esmero y mucho empeño para que quede hermoso”, dijo.

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