“En mi vida pensé que trabajaría como albañil y ahora es lo que me da de comer”, empezó relatando Ariel Zapata, un joven de 28 años, oriundo de la ciudad de Isla Pucú (Cordillera), que hace cuatro años rumbeó a yanquilandia, como muchos otros jóvenes, buscando un mejor porvenir.

Él pensó que en yanquilandia haría cualquier cosa menos trabajar en construcción.

“En algún momento de mi vida, cuando trabajé en construcción en Paraguay decía ‘de esto no voy a sacar nada’, más porque ahí se discrimina mucho a los constructores”, empezó su relato.

“Entonces decidí viajar con la idea de que vendría a trabajar en cualquier otra cosa, menos esto. Me imaginé cuidar perros o vehículos, algo así”, siguió.

Pero la realidad a la que se iba a enfrentar Ariel era otra, nuevamente se tropezaría con la profesión que él no quería ejercer.

“Es lo que encontré acá, realmente al principio como no conocía cómo se valora acá no es que me gustó tanto, pero necesitaba el trabajo. Luego me empezó a gustar y muchísimo porque acá la gente te felicita por tu trabajo, la gente siente mucha admiración por lo que hacés. Hoy es lo que me da el pan de cada día”, relató.

Fue entonces así que Ariel entendió que la vida ya lo había preparado antes en Paraguay para hacer lo que ahora hace.

“La experiencia que gané allí me ayudó muchísimo para poder hacer el trabajo acá”, expresó. Ariel sueña con montar un día su propio negocio.

Ahora su meta es seguir aprendiendo más y más de las innovaciones que hay en la construcción y juntar platita para en un futuro abrir su compañía.

El día a día no siempre es rutina he’i

Ariel vive en White Plains, en Nueva York. Se levanta a las 6:30 de la mañana, se prepara y para las 8:00 ya está como rulo de estatua en su laburo, hasta las 16:00 horas.

“Si sale algún trabajito extra me voy a hacer. Trabajo de lunes a sábado y a veces toca domingo y todo”, contó.

Pero en su vida no todo es trabajo, también se da sus momentos de ocio cuando está de día libre.

“Suelo salir a pasear y también tenemos nuestro torneo en verano los domingos y cuando hay torneo voy ahí. Hace una liga mexicana y estamos muchos paraguayos allí”, siguió.

Mata el techaga’u con el guaraní y un rico tereré

Matar la nostalgia estando tan lejos del país es un tanto difícil, pero un mate o un tereré suele ser una forma de “trasladarse”, aunque sea mentalmente, a su querida tierra guaraní y recordar momentos pasados.

“Se extraña mucho el país siempre. Y cuando jugamos piquiboli, fútbol, truco o estoy en una ronda de tragos con los amigos compatriotas, donde el idioma todo es nuestro guaraní es cuando la nostalgia viene, pero a la vez pareciera que estamos jugando o tomando allá”, expresó el joven laburador.