El delicioso aroma a chipa es algo que Raquel Flecha lo puede distinguir a kilómetros de distancia ya que creció entre ellas, viendo a sus padres vender para el sustento diario.

Cada fin de semana se traslada de Minga Guazú hasta la capital para hacer su maestría en Nutrición Deportiva y para seguir con su especialización levanta pedidos de chipa a tutiplén.

Raquel tiene 31 años, es una de las tantas jóvenes que se las ingenia para poder seguir sus sueños y es por ello que ofrece sus deliciosas chipas que le ayudan a llegar a su objetivo y ayudar a su mamá.

“Soy hija de chiperos, me crié entre chipas, además de vender, mi papá falleció, pero con mi mamá siempre llevamos adelante el negocio”, comentó.

Su estudio no es nada “baratelli” ya que debe de ir perfeccionándose y así lograr ser una buena nutricionista ya que no quiere quedarse con el “así nomás” y poder darle lo mejor a sus futuros pacientes.

“Como no hay la carrera en la Universidad Nacional tuve que ingresar a una privada, ahí me recibí pero nunca dejé de vender chipa, hasta ahora sigo con eso”, relató.

Son 6 hermanos, contó que toda su familia se sostiene de esta delicia paraguaya, trabajo que aún lo l leva adelante su mamita, quien es su orgullo y ejemplo de vida.

“Mi mamá es la campeona, ella sigue con el trabajo y le ayudamos siempre, gracias a la venta de chipa nosotros estudiamos todos y somos profesionales”, resaltó la nutricionista.

Levanta pedidos para probar los productos de esta nutri mbarete

La nutricionista pide a las personas que le hagan los pedidos de chipas para que colaboren con ella a pagar sus estudios. La chipería de su mamá se llama “San Andrés” y tiene una antigüedad de más de 30 años.

De paso la gente puede aprovechar y hacerle todas las consultas nutricionales.