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PAREJA HABLA DE SU FE. Hicieron sesión de fotos en honor a la Virgencita Azul

PAREJA HABLA DE SU FE. Hicieron sesión de fotos en honor a la Virgencita Azul

Rafael Amarilla (29) y Vania Bareiro (27), luego de más de ocho años de noviazgo, decidieron dar el “sí” ante Dios recientemente. Pero antes de dar ese gran paso, realizaron una sesión de fotos un poco diferente a la que suelen hacer ahora los tortolitos.

En honor a la Virgen de Caacupé, a quien le tienen una enorme devoción, fueron a posar para sus fotos frente a la Basílica en la ciudad cordillerana.

Un mensaje bien claro es el que quisieron dejar a las parejas de la actualidad: “Que una vez que tomás el matrimonio es porque un ser divino está en el medio. Es importante que más parejas se involucren en las iglesias, que sirvan a Jesús y a la Virgen María de cierta forma. Por sobre todo que ambos tengan la misma fe, porque de lo contrario es muy fácil que ese lazo se rompa”, dijo el marido enamorado.

Explicó que hace tiempo son muy devotos de la Virgencita Azul de Caacupé y viajaron desde Ciudad del Este hasta ahí para poder hacer la sesión de fotos.

El beso, sello de su amor.

 

“No entramos adentro (de la iglesia) porque respetamos mucho, es un lugar sagrado. Entramos después, pero para rezarle a la Virgen y pedirle que nos acompañe en esta nueva etapa”, siguió Rafael.

Vania, por su parte, explicó que para ella fue más que una simple sesión de fotos, ya que detrás de esa imagen hay una palabra muy fuerte para ella que es la “fe”.

“Para mí significó mucho, porque la Virgen María para mí es muy especial, siempre le tengo en cuenta y presente en mi día a día. Siempre le entregamos nuestro noviazgo, ahora ya nuestro matrimonio”, expresó. La joven instó a las parejas a acercarse más a Jesús y a la Virgen.

La pareja en la entrada mismo de la iglesia.

 

Creo que fue el destino, ella era para mí”

Rafael y Vania se conocieron de pura casualidad. Ella había ingresado a una empresa grande a trabajar de vendedora y él si que ya laburaba como técnico y estaba castrando huellas digitales (marcar entrada y salida) de las personas nuevas que habían ingresado a laburar.

“Creo que fue el destino, ella era para mí, porque eran como 40 chicas y ella fue la última que faltaba marcarle la huella. Dos veces la mandamos a llamar de vuelta porque no le leía (el dedo). A la tercera me animé a hablarle”, contó Rafael.

“Me enamoré a primera vista y lo primero que se me ocurrió decirle fue ‘me tenés cara conocida’. Hablamos un rato y le pedí su número, pero ella no me quiso dar, insistí mucho hasta que me dio y realmente fue difícil conquistarle después”, recordó.

 

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