Los malos pasos de Gustavo Ruiz Díaz (44) comenzaron en su adolescencia, luego de enterarse que era adoptado. La vida ya no parecía tener sentido para él, tanto así que cayó en las drogas, llegó a vivir en las calles, estuvo involucrado en un homicidio y luego paró en la cárcel, según su relato.

Cuando ya todo parecía perdido para él, algo “celestial” le pasó mientras estaba preso. “Un ser celestial me habló en Tacumbú”, dijo.

Gustavo relató así su historia de vida y cómo logró salir del “hoyo”:

– ¿Cómo empieza tu historia?

– Ya en mi niñez, por ciertos motivos mis padres ya no se pudieron hacerse cargo de mí. Quien cuidaba de mí era mi abuela, pero tuvo que entregarme en adopción a una familia que estaba bien posicionada. Allí sufrí mucho, recuerdo que vivíamos en San Lorenzo, era discriminado por mis hermanos adoptivos.

– ¿Cuándo es que te empezás a drogar?

– Un tiempo después de enterarme que era adoptado, empecé a juntarme con la gente de las barras bravas. De hecho, soy uno de los que fundaron “Magia Negra” de San Lorenzo. Con el tiempo mis padres adoptivos se enteraron de lo que hacía y me echaron de la casa. Estuve tres años en la calle.

– ¿Y qué pasó después?

– Viajé a Argentina y me metí en una barra de ahí y en una pelea de barras le maté a un tipo. Me defendí porque ellos venían a matarnos. Huí y volví acá y mi familia ya no quería saber nada de mí. Caí preso luego por tráfico, tenía 19 años en ese momento.

– ¿Y en la cárcel cómo te fue?

– Ufff. En ese tiempo recuerdo que moría un interno por día sí o sí. En una ocasión me robaron (sin que él se dé cuenta) y averiguando supe quién fue. Preparé una emboscada una noche para matarle. Le invité a él y a un grupo de amigos a jugar baraja.

– ¿Qué fue lo que pasó ahí?

– Cuando empezaron a jugar uno de ellos echó cuatro cartas, uno de oro, otro de copa, de palo y el último de espada. Como yo estuve metido en el ocultismo, empecé a descifrar las cartas, oro significa ganar o perder, copa es borrachera, palo es violencia y espada muerte. Allí yo abrí una puerta (al demonio) y vi unos ojos rojos que empezaron a entrar en mi cuerpo, eran espíritus, se movían en todo mi cuerpo y yo escuchaba miles de voces y saqué mi estoque como para clavarle en la cabeza al tipo y cuando levanté el estoque, una mano caliente me sostuvo (era Dios o un enviado suyo).

– ¿No le mataste al muchacho?

– No, ahí salió corriendo, al igual que los demás compañeros. Y en ese momento escuché una voz que me dijo “quiero que vayas a la celda 1154”. Luego fui hasta la celda y golpeé cuatro veces la puerta. Se abre (la puerta) y me recibió un muchacho con una sonrisa enorme.

En una celda, un ser de luz le dijo: “Ponete de rodillas”

Según Gustavo, tras el incidente en que intentó matar a otro tipo en Tacumbú, una voz le dijo que vaya a una celda específica. Fue hasta allí y algo increíble le sucedió, según su relato: “(en la celda) uno dice “ponete de rodillas” y así lo hice.

Fue allí cuando levanté mi rostro y una persona se me apareció, tenía una sandalia, era oro puro y su piedra de bronce, su vestidura era un blanco que resplandecía muchísimo. Quise mirar su rostro y cubrió de mí, no podía mirarle porque una luz muy fuerte impedía. Creo que era Dios mismo.

Allí sentí que toda la carga que tenía sobre mí desapareció, me sentí aliviado, renovado y limpio. Dios tenía un propósito en mi vida y hoy soy una nueva persona, gracias a Él”.

Gustavo salió de la cárcel, según él con ayuda de Dios, pues sin explicación obtuvo su libertad antes de la fecha prevista. Luego se capacitó para predicar y ayudar a los jóvenes que están en la misma sitú en la que estuvo alguna vez. Ahora es profesor en escuelas de fútbol. Es soltero pero sueña con tener una esposa y formar una familia.