Mañana se celebra en nuestro país el Día del Maestro, y Gustavo Cabaña confesó a Crónica que su faceta de educador está incluso por encima de la de comediante

Uno de los comediantes más exitosos del país es Gustavo Cabaña. Siempre tuvo el sueño de convertirse en maestro. Hoy hace 16 años que disfruta del sueño cumplido. Fuera de las pantallas enseña Física, Química y Matemática, y asegura que, a pesar de ser comediante, sus alumnos lo toman muy en serio.

–¿Qué te empujó a convertirte en maestro?

–Siempre me gustó…, tuve muy buenos profes.

–¿Cuál sería tu mejor regalo por el Día del Maestro?

–Pasar siempre con mi familia ese día que es tan especial para mí, soy demasiado familiero.

–El hecho de ser comediante, ¿qué genera en tus alumnos? ¿A veces no te toman en serio?

–Mis alumnos siempre me toman en serio porque desde el primer día de clases ya yo marco las pautas. Les digo que el que sale en la tele se queda en la tele, yo vengo para enseñarles y mi rol es ese, no el de comediante.

–¿Sos de los profesores exigentes o no tanto?

–Soy muy exigente, bastante.

–¿Qué representa para vos tu labor de educador?

–Para mí representa algo demasiado grande, lo más importante, realmente.

–¿Cuál está primero, tu faceta de maestro o de humorista?

–Maestro, soy maestro primero y después soy humorista.

–¿Qué recomendás a tus colegas que se están iniciando?

–A los colegas les digo que hagan su trabajo con pasión todos los días de su vida, como si fuera el primero.

–¿Hay un maestro que siempre recuerdes?

–Siempre me acuerdo de todas mis profesoras, pero del colegio por ejemplo una de mis mejores amigas es Diosa Roldán, profesora de Física y Marta Maidana, que era mi profesora de Química.

–¿Pizarra acrílica o la tradicional con tiza?

–Yo prefiero la pizarra tradicional con tiza.

–¿Regla de madera o de plástico?

–(Risas), regla de plástico.

–¿Arrodillarse en sal o akãpete para el que se porta mal?

–No, no hay que castigarle a nadie.

–¿Qué es lo más lindo de ser maestro?

–Lo más lindo es que años después vos les ves a tus alumnos, te reconocen, te saludan y te dicen: “Profe… tenías razón” (risas).