El Tricolor fue un poco más y con zapatazos de Vieyra y Fleitas, que debió ser anulado, supo sacar ventaja en un chute donde las patadas, golpes, choques y moretones dijeron presente.

El fútbol es, fue y será una cuestión de momentos. Momentos dentro de los 90. Momentos dentro de un campeonato. Momentos que en un abrir y cerrar de ojos pueden definir mucho. Algo de eso fue lo que se vio en el chute entre Nacional y Capiatá.

La Academia viene en alza, sumó su segundo triunfo de manera consecutiva y la tormenta de ocho fechas atrás parece haber quedado solo en un mal recuerdo. En cambio, el auriazul ya suma ocho encuentros sin saber lo que es ganar, con cuatro derrotas y la misma cantidad de empates. Ayer, eso se sintió en la cancha. Y no exactamente por el fútbol.

Los dos primeros goles, tanto el de Vieyra como el de Vera, más bien parecían salidos de la canchita del barrio antes que del fútbol profesional, por la cantidad de errores que se dieron para que la pelota toque red.

El del triunfo no debió ser validado, ya que el desborde de Alegre fue en fuera de juego y de ahí surge el pase para que Fleitas llegue al gol.

En el segundo tiempo, Capiatá buscó tener más protagonismo, pero Nacional le cortó los caminos. El partido se hizo friccionado y las patadas, golpes, choques y moretones dijeron presente.

Al final, el Tricolor, que no quería ser menos que el tricampeón, festejó. Pegó de entrada y a pesar de que al toque le empataron, no bajó los brazos y tuvo un final “Alegre”, aunque indebido.

“Logramos dos victorias de seguido, faltan dos más”

Marcos Duré, uno de los puntos más altos del conjunto tricolor, dijo al final del encuentro, “nosotros después de los malos resultados que estábamos teniendo nos propusimos como meta que las últimas cuatro fechas teníamos que ganar. Logramos dos victorias de seguido, faltan dos más, ojalá que se nos dé”. Dijo que estaban nomás luego jugando bien, de acuerdo a lo que el profe Aldo Bobadilla les pedía, pero los resultados no se daban.