PARAGUAYOS TRABAJAN EN UNA FIRMA DE CONSTRUCCIÓN EN JAPÓN

A lo paraguayoite, en el Lejano Oriente

Orlando, paraguayo descendiente de japoneses, montó una firma de construcción donde laburan otros 9 compatriotas en el rubro de la construcción

Un hombre dirige una construcción en la estación de buses y trenes Shibuya, en Tokio, Japón. De pronto se le escucha decir: “Oikoite ore rembia’apo (está muy bien nuestro trabajo)”. Es Orlando Naoki Furuya Fretes, un paraguayo que hace unos 15 años dejó Pirapó, Alto Paraná, para ir a buscar un mejor futuro en el país asiático.

Hoy, el compatriota es dueño de una empresa de construcción que se denomina “Ryoma” (son las iniciales de sus hijos Ryuki, Yoshio y Mai). “Nos encargamos de realizar las bases de los edificios. La verdad que nos está yendo muy bien”, comentó.

Orlando explicó que su mamá es paraguaya y su papá, japonés. “Pero yo soy más paraguayo que la mandioca”, tiró. Dijo que uno de los principales motivos de su migración fueron sus hijos. “Estaba endeudado hasta el cuello y dije que por mis hijos me iba a poner las pilas. Viajé y desde que estoy aquí las cosas no fueron fáciles, pero me mentalicé en una sola cosa: darle duro al trabajo, día y noche para que a mis hijos no les falte nada”, explicó.

“Comencé a trabajar siempre en el tema de la construcción, como soldador, cavando pozos, ayudante, estirando carretillas, de todo un poco. Y poco a poco fui ganando la confianza de la gente. Eso, además de que quiero dejarles algo a mis hijos, me animó a dar un paso importante y monté una empresa hace 4 años. Les hablé a unos socios paraguayos y brasileños que tengo acá y registré la empresa. Estamos trabajando legalmente y creciendo cada vez más”, explicó.

“Ahora están conmigo 9 paraguayos. En total en la empresa somos como 20. Hay también gente de Brasil y lógicamente japoneses”, explicó. Orlando comentó que casi toda su familia se encuentra con él en el Japón. “Mi hermano menor lo que está por Paraguay. Está ejerciendo su profesión allí”, finalizó.

Cavan enormes pozos de hasta  30 metros para cimientos

A la consulta de qué es lo que específicamente hacen, Orlando comentó que “es un trabajo especial lo que hacemos. Instalamos las bases de los edificios. Cavamos pozos de 10, 20 y hasta 30 metros, depende del lugar. Cavamos a mano donde no entra la máquina. Además de los lugares grandes, tenemos la tecnología para trabajar en lugares estrechos”, sostuvo. “La idea es dejar bien en alto lo que hacemos”, finalizó.

Reuniones con tereré, “cheve”, asado y “fúol”

Orlando comentó que estar alejado del país le causa una sensación rara, al igual que los compatriotas que están con él en Japón. Es por eso que siempre se reúnen para pasar un momento a lo paraguayoite. “Cuando no hay trabajo acá nos juntamos con los muchachos para tomar tereré, cervecita, para jugar maka’i o fútbol, como todo buen paraguayo”, dijo. “Tratamos siempre de juntarnos lo más que podemos y ahí vemos qué hacer. Tratamos de mantener nuestra cultura del tereré, vorivori, hasta mandioca ya se cultiva por acá”, dijo.