Raúl Brítez es hijo de la reconocida y difunta ceramista de América. Contó que su madre le dejó la mejor herencia, que no se trata justamente de algo material.

“Trabajadora, talentosa y hasta pícara”, es como recuerda Raúl Brítez a su difunta madre, doña Rosa Brítez, la famosa ceramista de América, quien fue reconocida internacionalmente por su arte en cerámica. Pero había sido, la valécha artesana todo lo que sus manos armaban, le dejó por completo como herencia a su hijo Raúl, quien cada día va perfeccionando también su trabajo, siguiendo la senda de su madre.

“Tal vez mi mamá no esté físicamente conmigo, pero a través del barro siento su presencia”, contó el hombre, quien heredó todo el gran talento de su progenitora.

Sostuvo que todos los días cuando empieza a plasmar su imaginación en el barro le viene a la mente su madre, ya que fue ella quien le enseñó todo lo que sabe. “Desde que éramos chicos ella nos daba el barro para nuestro juguete. ‘Pejapo animalito’, nos decía”, afirmó.

Tras dos años de que partió la conocida ceramista, Raúl contó que la sigue sintiendo hasta hoy, ya que le acompaña en cada diseño que arma. “Es ella la que manda todo para mí, ella es la que guía mis manos para que yo pueda hacer mi arte”, aseguró emocionado el gran artista.

A pocos metros de la laguna en la ciudad de Itá, Raúl y su familia tienen su pequeño taller en donde siguen moldeando barro por la memoria de doña Rosa. “Hasta en su lecho de muerte ella me dijo que yo voy a quedarme en vez de ella. ‘Nde cherekoviarã’, me decía”, omombe’u el valécho artesano.

Una foto de su madre frente a su taller: “Me inspira”, he’i

Don Raúl contó que pese a que su madre fue muy reconocida, nunca tuvieron una foto singular de ella. “Yo mantengo este calendario del 2016, que le hicieron de un negocio”, afirmó. El afiche se encuentra por la pared frente mismo al lugar en donde Raúl trabaja con el barro para crear mejorar sus diseños.

“Lo puse ahí porque ella es la que me inspira cuando la miro, las ideas me fluyen”, explicó. El artesano aseguró que su madre le encomendó que el arte siga de generación en generación, por lo que él ya se metió en la tarea. “Le enseño a mi hijo, él siempre trabaja conmigo, el arte nunca debe terminar”, aseguró.

LA ABUNDANCIA. La forma singular en que los artesanos hacen los personajes es única, varios de ellos en forma de “gorditos”. “Eso significa abundancia, nosotros queremos que todos se llenen de eso”, contó Raul.

TA’ANGA TIE’Y. Otra promesa que le debe Raúl a su madre es el seguimiento de los “ta’anga tie’y”, como le decía ella a sus figuras en posiciones eróticas. “Hay que ser simpáticos”, le decía su mamá al artesano.

A LAS AULAS. Raúl contó que un anhelo que tienen los artesanos es que el trabajo en barro se lleve a las aulas de nuestro país. “Esa es una forma de apoyar el arte, porque no debe terminar”, he’i preocupado.

Paraguayismos van al “mataburro”

Los paraguayos tenemos una forma muy singular de hablar y hasta inclusive nos tomamos el atrevimiento de cambiar algunas palabras en castellano. Pero la Real Academia de la Lengua Española (RAE) no tuvo otra opción más que aceptar nuestras palabras “paraguayisadas”.

El integrante de la Academia paraguaya, Dr. José Moreno, contó que más de 1.000 paraguayismos fueron reconocidos por la RAE en los últimos días.

Moreno contó que hasta palabras en guaraní ya van a estar en el diccionario de la lengua española. Recordó que algunos paraguayismos ya acuñados por la RAE son “curubicar” y “llavear” ndaje.