LA INCREÍBLE HISTORIA DE EDUARDO BENÍTEZ, JUGADOR DEL 3 DE FEBRERO

Eduardo Daniel Benítez Portillo tiene 27 años, nació en Asunción el 11 de abril de 1992 y es mediocampista del 3 de Febrero del barrio Ricardo Brugada, equipo que milita en la Primera B, una categoría donde no hay sueldo, solo premios por partidos ganados y algunas veces un pequeño viático para el pasaje o el combustible.

Casi todos (para no decir todos) los futbolistas de los clubes de ascenso conviven con esta realidad y la mayoría ya tiene familia (pareja e hijos), por lo que se ven obligados a trabajar en cualquier actividad para cubrir los gastos de la casa.

Uno de ellos es Eduardo, quien tiene una larga trayectoria pese a su juventud; sin embargo, no pudo encontrar un equipo de la máxima categoría, por lo que terminó en la Primera B.

Él todavía vive con sus padres, pero trabaja en la lomitería y bodega familiar, y en medio de ambas actividades va a las prácticas de su club y los fines de semana deja el alma en la cancha.

“En los clubes de la Primera B algunas veces te dan para el viático, ya sea para el pasaje o el combustible, pero después más no hay. Yo vivo con mis padres, pero trabajo en los negocios que tenemos en casa, una lomitería y una bodega. Vivo en pareja hace 9 años y tengo una hija de 6 años, tengo que trabajar”, aseguró.

Varios colegas van a su bodega, he’i

Eduardo Daniel es volante ofensivo por izquierda, admira a Lionel Messi y Guido Alvarenga y sueña con ir a un club donde asegure su futuro económico, mientras tanto es lomitero. “Yo mismo preparo el lomito y atiendo en la bodega. Varios jugadores suelen venir a nuestro negocio, tengo muchos conocidos, mi papá”, lanzó.

Después añadió: “Mi papá me permite estar en el negocio solo hasta las 23:00 horas”.

“Se pierde y los dirigentes se hacen del ñembotavy”

En la Primera B no hay sueldos, los jugadores (no todos) reciben un viático y premios por partidos ganados, muchas veces los resultados no se dan, cuando eso pasa hendy con los futbolistas porque ni viático hay.

“Cuando no se dan los resultados los dirigentes se hacen del ñembotavy, no te quieren dar nada y cuando eso pasa la situación se complica, porque todos tenemos familia. En mi caso yo trabajo y cuento con el apoyo de mis padres, pero no todos tienen la misma suerte”, he’i. Después añadió: “La B es una categoría muy difícil”.