La fe se le advierte en el gesto. Su rostro deslumbra sus intenciones, sus promesas o sus ganas de agradecer. Él es don Mario, un fiel devoto de la Virgen de Caacupé, quien junto con toda su familia, que vive en la zona de Ype Ka’ê, Villeta, fueron testigos de algo que les devolvió la esperanza luego de una tragedia y que se extendió con prodigios de todo tipo.

“Te cuento cómo es la historia: hace varios años, mi madre, que estaba embarazada en ese momento, y mi hermanito de 2 añitos habían muerto en una accidente rutero. En el lugar donde se accidentaron se construyó un nicho en honor a ellos. Un tiempo después, unas velas que se dejaron en el interior del panteoncito cayeron por culpa del viento y el lugar se incendió completamente”, contó don Mario.

El nicho y todo lo que había en su interior quedó destruido. Bueno, casi todo. “Solo se salvó la Virgencita de Caacupé. No le pasó absolutamente nada”, agregó el karai. Desde ese instante, toda la familia supo que se trataba de una señal que provenía del más allá. “Mi familia trajo la imagen de la Virgen hasta nuestra casa y desde ese día los milagros pasaron uno por uno, y no solo con nosotros, sino con muchas personas más”, añadió. “La imagen está con nosotros por algo y es para cumplir una misión”, dijo. “Vimos sanar personas, ella nos protege de todo mal, de todo hace si le pedís con fe. Intercede ante Dios”, comentó.

“Anteriormente, cuando era soltero llevaba la imagen conmigo a todas partes. Y me salvó en innumerables ocasiones de muchos peligros. Ahora está en mi casa y siempre nos da todo. Solo hay que tener fe. La Virgen cuida de todo el barrio”, finalizó.

Un rezo para pedir protección mientras se maneja, comentan

El accidente donde la mamá y el hermanito de don Mario fallecieron, ocurrió hace 27 años, en el tramo Villeta-Alberdi. Y varios años después oiko el incendio en el nicho, ubicado al costado de la ruta.

El lugar fue restaurado y desde ese día muchos conductores paran y acuden hasta allí para pedir protección mientras manejan sus rodados. “Aquí paran los conductores, rezan y luego siguen sus caminos cargados de una paz inmensa, es lo que nos dicen siempre”, comentó don Eladio, hermano de don Mario. “Ahora queremos ver la posibilidad de poder agrandar más el oratorio, estamos viendo ayuda para eso”, añadió don Mario.