La señal de la cruz es imprescindible para todos los trabajadores antes de abordar su auto amarillo para llevar a alguien a destino. “Este está acá hace más de 30 años, desde que yo llegué le trajimos”, cuenta don Gregorio León, un taxista, refiriéndose a la Virgen de Caacupé, que hasta tiene un oratorio en la entrada misma de esta parada.
La inseguridad preocupa bastante a este grupo de trabajadores, quienes aseguran que la única forma de que se sientan realmente protegidos es rezándole a su gran guardiana.
“Todas las mañanas antes de empezar a trabajar y todas las noches antes de salir sí o sí le rezamos para que nos cuide, es la única manera de que trabajemos tranquilos”, contó el taxista, quien está en la misma parada hace más de 30 años.
Dejar la “paz y tranquilidad” en manos de las autoridades policiales para los taxistas es una pérdida de tiempo por lo que en vez de hacer eso, tratan de cumplir con la Virgencita, que aseguran, les cuidó desde siempre.
“Hasta ahora por suerte no hemos pasado por ninguna situación de robo, por eso nos parece importante empezar el día laboral con una oración”, añadió León.
Agregó que su imagen de la Virgen es supermilagrosa y poderosa, ya que cuenta con todas las bendiciones necesarias para que cumpla con el rol de protección. “Cuando íbamos a traer acá, le llevamos en la Basílica para bendecir, entre todos los taxistas de ese entonces le inauguramos acá con una oración”, le bajó León.
La acompaña San Cayetano en su oratorio
Pero los taxistas que conforman esta parada ubicada sobre la avenida Von Poleski, en la ciudad de Villa Elisa, no se quedaron solo con el manto protector de la Virgen de Caacupé, ya que después de un tiempo le trajeron una compañía.
“Cuando vine por primera vez a esta parada vi el oratorio, entonces le traje también a San Cayetano, para que aparte de seguridad, nunca nos falte trabajo”, explicó a Crónica don Esteban Prieto, otro chofer del amarillo, quien está en esta parada hace más de 15 años ndaje.
Saludar a la Virgen y a San Cayetano todos los días, más que una costumbre, se volvió como parte de la vida de estos trabajadores, quienes se destacan por su gran fe.
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