Rubén Darío lleva apenitas unos meses en Sinaloa, donde se desató una batalla mortal entre narcos y policías. “Fue desesperante”, le bajó.

Estaban en el hotel, dentro de la concentración. Esperaban la hora del partido que debían disputar ante Atlante. Todo era broma entre los compañeros. Rubén Darío Monges, junto a los otros peloteros de Dorados, “gastaban” el tiempo haciéndose bromas, riendo, pasándola bien.

De golpe, un extraño movimiento empezó a ganar las calles. Los balazos comenzaron a sonar. Una ráfaga. Otra más. De golpe, el ensordecedor sonido del temor se apoderó de todos. Los corazones comenzaron a latir cada vez más fuerte. Las risas fueron abatidas con las primeras víctimas de una batalla sin cuartel.

“Fue como una guerra. Era desesperante”, comienza relatando el pelotero paraguayo que estuvo en medio del tiroteo en Sinaloa, México, esperando un partido. “Nos afectó porque estábamos en medio de la balacera sin poder salir. Escuchábamos disparos de todos lados”, contó.

Dijo que unas seis horas antes del chute empezó todo. “Estos son pesados… vinieron como 400 camionetas llenas de gente del narco, se cerraron todas las entradas y salidas de la ciudad. Y comenzó todo”, relató.

Es más, contó que “hasta quisieron entrar en el hotel donde nosotros estamos, pero acá está todo blindado. Estoy bien, que es lo más importante”.

TITULAR. Monges viene jugando de titular en todos los últimos partidos de su equipo en el torneo de la liga de ascenso de México, ganándose la posición.

“Mi mamá quería que vuelva ya a Paraguay”

Rubén contó que ni bien su mamá se enteró de lo que estaba pasando, se pusieron en contacto con él. “Mi gente se preocupó mucho. Mi mamá quería que vuelva ya a Paraguay, pero aún queda mucho por jugar acá”, he’i. Aclaró, “yo estoy muy bien. El día a día es muy tranquilo. Esto que pasó no es de siempre. Pero los jugadores estamos muy bien. La gente es muy educada y se nos trata demasiado bien. No me puedo quejar”.