Ya pasó la Navidad, pero Papá Noel sigue rondando por el país, específicamente está por la Terminal de Asunción. El barbudo paraguayoite recorre los pasillos de la Terminal con su infaltable “JO JO JO” y a los niños les encanta voi. Se trata de don Juan Ramón Ayala, el canillita de 80 años, que hace años labura en la Terminal de Asunción.

El karai quiso darle un toque diferente a las fiestas, se dejó crecer la barba, se compró un gorrito y ya estaba listo para recibir a los clientes. “Las criaturas están encantadas, yo hago el ‘jo jo jo’ de Papá Noel y ellos imitan eso y se ponen felices”, empezó don Juan. “Yo siempre busco darle un toque especial a esta época. Diciembre ya es así, se siente un aire diferente, para mí todo es alegría. Me pone feliz ver cómo los chicos disfrutan esto”, agregó.

Comentó que cuando un cliente quiere comprar ya no le dicen “canillita”, simplemente lo llaman “Papá Noel”. Unos cuantos “paparazzis” si que se sacan fotos con él y se volvió el más cotizado de la Terminal. “Fotos lo que más me piden”, agregó.

Don Juan contó que aunque ya tiene edad no puede quedarse en su casa porque de eso depende su supervivencia y la de su lapa. Es padre de tres hijos y vive en Asunción. Empezó a ser canillita hace ya 60 años, prácticamente cuando tenía 20 años. “Empecé en aquel tiempo. Todo era tan diferente, muchas cosas cambiaron, pero sigo aquí, más viejo y con el mismo espíritu joven de siempre”, finalizó.

CLIENTES. Don Juan es muy querido por todos sus compas de laburo y también ya tiene clientes formados voi. Allí entre ellos hacen pasar el tiempo entre bromas y buena onda.

TEMPRANITO. Todos los días el canillita se levanta bien temprano para llegar a su destino. Toma el colectivo que le lleva y sortea una serie de situaciones en el día a día, he’i.

Anécdotas que nunca olvidará en toda su vida de canillita

Las anécdotas nunca faltan para alguien como don Juan. Una de ellas es cuando vino un karai de la India. “No hablaba nada español, solo inglés y yo manejo un poco el idioma y le pregunté en qué podía ayudarle. Vio la cartera de cuero que tenía ahí y me preguntó de qué está hecho y le respondí que de la vaca. Ahí mismo se arrodilló ante la cartera y rezó. Había sido ellos le tienen adoración a las vacas”, contó.

Recordó el caso de una paraguaya que vivía en Europa y le pidió que le consiga un cántaro, porque ella ama tanto el Paraguay que le gusta sentir el sabor de nuestra tierra mordiendo el cántaro.