Raulito Romero contó su historia, la cual está llena de superación. Enfrenta su obesidad gracias al apoyo y fuerza de voluntad he’i.

El miedo siempre estuvo presente. El ver una balanza era algo que ya le daba terror. Los días pasaban y la realidad lo golpeaba con fuerza. Pero un día sus fuerzas se unieron y pudo dar el primer paso.

Raulito Romero, como lo conocen en Curuguaty, departamento de Canindeyú, se dio cuenta que la obesidad ya no podía vivir en él y empezó el más difícil desafío: luchar contra el sobrepeso y contra él mismo.

“Se cumplieron dos años de que tuve coraje y me fui a pesar. Mi peor terror era subirme a una balanza. Creo que nunca me asusté tanto, pero gracias a eso me puse las pilas y tuve una tremenda fuerza de voluntad”, fue el mensaje que transmitió recordando aquel histórico momento de su vida.

“Recuerdo bien que el 2 de enero del 2018 mamá me ocupa a la verdulería. Ahí estaba la balanza. Entonces le pedí al verdulero si podía subir… y me subí”, explicó. La máquina marcaba casi 200 kilos, y ese número solo fue el inicio de un verdadero cambio de vida.

Eso sí, no fue fácil. Para que la prueba sea aún mayor, la “tentación” dijo presente cada día de su vida. “Acá tengo en mis narices la comida. Pero todo se puede con fuerza de voluntad. Todos los días estoy relacionándome con las empanadas que vendo”, he’imi el capo. Contó que después de estar todo el día entre la comida, al salir de su trabajo se dirige directo hasta la ciclovía en donde descarga toda su frustación. “Gracias a eso pude superar también mis miedos y bajé esos 70 kilos”, aseguró.

Sale más con amigos y ya tiene levantes

En definitiva, deshacerse de los kilos de más significó un gran cambio para la vida de Raulito ya que pudo volver a hacer varias actividades que la dura obesidad le impedía. “Lo mejor que pude volver a hacer fue justamente la actividad física. Empecé con pequeñas caminatas, pero ahora ya hago más cosas. Inclusive ya pude volver a jugar fútbol, que es lo que más extrañaba”, expresó.

Entre otras cosas, este hombre contó que gracias a su actual estado también pudo superar la depresión en la que poco a poco se iba hundiendo más. “Anteriormente ya no podía ni salir, ya no le veía a mis amigos. Ahora estoy bien, hasta levantes ya tengo”, citó entre risas.

“Regular” la boca y meterle al “descuereo” fueron las claves

“Empecé a cuidar mucho mi alimentación y a hacer actividades físicas. Fue muy difícil, pero no hay cosa que no se pueda cumplir si es que hay fuerza de voluntad”, expresó el joven luchador.

Al principio, cada día se volvía interminable, pero las ganas de vencer al sobrepeso lo mantenían en la lucha, porque objetivo estaba más que firme en su mente: ¡no debía recaer!

Raulito contó que todo lo que logró hasta ahora fue avei gracias a todos sus amigos y familiares que no dudaron en brindarle su apoyo para terminar con ese mal. “Hoy tengo 134,500 y me doy cuenta que el trabajo sigue. Tengo mucho que bajar aún, pero estoy muy feliz por todo lo que ya logré”, afirmó el capo.

A ESCONDIDAS. Raulito contó a Crónica que al principio tenía mucha vergüenza de hacer ejercicios en público. “No quería que la gente me vea y por eso compré para mi cinta y solo hacía en casa”, expresó.

CON KICK BOXING. Este joven hombre contó que encontró consuelo y esperanzas avei en un deporte que lo llevó a noquear a la obesidad. “El kick boxing se convirtió en el deporte que más me gusta”, he’i.

MENSAJE PURETE. Dejar de lado los miedos y los prejuicios son los mensajes de Raulito para todas las personas que están pasando por su misma situación. “Sentirse bien con uno mismo no tiene precio”, finalizó.

Akãrasy para los escolares empieza el 21 de febrero

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