Pese a que tienen que aguantar un calorazo de aquellos, los vendedores ambulantes no pierden para nada el sentido del humor. La buena onda y las bromas en medio de un rico tereré no pueden faltar un solo día entre los vendedores que tienen como “PC” el viaducto de “Calle Última”. Cada uno tiene su marcante, según manifestaron, tanto así que ni siquiera se conocen por nombres.

Miguel Rojas (34), un antiguo vendedor de la zona, contó mientras esperaba para subirse en uno de los micros que pasaban, que a él le dicen “Kure’i”. “Me dicen así porque soy gordo”, expresó entre risas. Relató que hay otros compañeros con marcantes simpaticones como “Débola” (en vez de Débora), porque debe ndaje ápe ha pépe.

Seguidamente están los marcantes de “Caballo”, “Gato”, “Pájaro”, “Mykurê”. Todo esto porque hay una similitud física con estos animales ndaje. Por su parte, don Ángel Cubilla (46) contó que hay uno al que le llaman “Pato”. “Por la forma en que camina y porque es petisito, parece un pato”, expresó entre risas.

“A mí me dicen ‘Popi Puku’, no te voy a decir por qué pero desde hace años ya”, dijo. La hora del tereré de ellos es a las 8:00 y 15:00. Allí es cuando se reúnen para chistear y relajarse un poco.

El calorazo lo “sufren” con onda

El día a día en la calle no es macanada. Ellos aguantan un calorazo de aquellos en esta época y también el frío que pela a veces en invierno. “Es así el trabajo, cuando va a llover uno tiene que estar preparado para ‘volar’ de acá con las mercaderías”, relató don Cubilla, quien vende yuyos ahí en Calle Última.

Miguel, quien vende jugos y eso, dijo que ya está más que acostumbrado al calor que hace. Trata de descansar un poquito para recargar pilas y seguir.