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“La felicidad no pasa por lo material”

“La felicidad no pasa por lo material”

Yolanda Park mostró en fotos parte de su infancia en una compañía de San Pedro, tras su llegada de Corea junto a su familia. Vivían en una condición humilde, pero recuerda esos años como geniales.

“Era 1982 cuando con mi familia llegamos desde Corea a Paraguay, directo a Ñatiurymi (cerca de Santa Rosa del Mbutuy)”, recordó Yolanda Park en una publicación en la que quiso compartir con sus fans cómo fue su infancia. “Ahí pasé los primeros 5 años de mi vida que fueron geniales”, dijo y explicó que de ahí viene su manejo del idioma guaraní, ya que con sus amiguitos de aquellos lares aprendió a hablarlo.

“En ese entonces éramos solo 3 hermanos. La que está cocinando ahí en el piso es mi mamá (la que me puso Yolanda, sí, sí… ella misma).

“Yota” tenía dos años cuando llegó junto a su familia a Paraguay. Su papá trabajaba para el Gobierno de Corea y fue enviado a Ñatiurymi como encargado de una estancia. Al decir que era un empleado estatal su papá, uno podría imaginarse que tenía una vida acomodada y hasta con lujos, pero Yolanda recuerda como humilde y precaria la vida que tuvieron en el campo.

“Esto era genial… El recorrido por los pesebres en época de Navidad! Yo siempre con alguna parte de mi cuerpo rota, mi brazo en este caso”.

Sus días transcurrían entre chanchos, caballos y vacas. Y, por supuesto, estaban también los vecinitos, niños de la comunidad, con los que jugaba y terminó hablando el guaraní. También a diario escuchaba a los peones hablando guaraní.

También se quedó como grato recuerdo en su mente el arroyo Tapiracuái, un curso de agua con historias y leyendas. Allí se iba a bañarse y era feliz junto a sus otros hermanitos. Después de 4 años de vivir en ese lugar, terminó la misión de su papá, y se mudaron a Asunción, donde se encontró con un mundo de ciudad ya muy diferente.

“¡Así eran los cumples! No había demasiada producción. Venían todos los vecinitos y el que sabía cantar lo hacía. El que tiene la guitarra se llama Alicio”.

Yolanda destaca que cada uno de sus días en el campo fue especial y que no había día que no fuera feliz. Esa vida le sirvió para comprender que la felicidad no pasa por lo material, ya que no tenían comodidades, estaban en medio de muchas precariedades.

“Nunca un perro o un gato… ¡Siempre a gran escala jaja! Acá con una vaca, ya entienden mi amor por los animales”.
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