Ella se encadenó a una relación, tuvieron dos hijas, pero a la última no la quiso reconocer porque salió rubia y empezó a negarla hasta que la abandonó

Las imágenes vienen a mi memoria como una ráfaga de fuego la historia que comenzó hace 8 años cuando conocí a mi pareja. Aún recuerdo como si fuera ayer aquel día, en un cuartel, durante una se­mana de guardia.

La verdad que no sé có­mo él se ingenió para con­seguir mi número de celu­lar, empezamos a mensa­jear durante un mes y des­pués nos hicimos novios. Como ambos vivíamos en alquiler, cada uno por su lado y para ahorrar gastos él me propuso vivir jun­tos. Al principio éramos la pareja ideal, nos ayudába­mos, salíamos juntos, to­do el tiempo de la manito andábamos.

Pasaron 2 meses y por cuestiones laborales a él lo trasladaron por el Chaco y a mi me enviaron a En­carnación y sufrimos mu­cho por la separación, an­damos así un tiempo has­ta que me propuso que yo saliera de mi trabajo. No sé qué tenía que me man­tenía tan enamorada que sin pensar dejé mi carrera, el uniforme que tanto amé por un amor.

En cuerpo y alma me de­diqué a este hombre que tanto amaba, pasaron 3 años y quedé embarazada, tuvimos una nena.

Al comienzo él no quería, pero yo sí, entonces comen­zaron los problemas, dis­cutíamos mucho por cual­quier cosa. No fue nada fá­cil mi embarazo porque a los 3 meses tuve un sangra­do y casi le perdí a mi bebé por presión alta. Pero gra­cias a Dios mi bebé nació solo que prematura y estu­vimos 3 meses en terapia.

Luché tanto, tanto por ella hasta que salimos del hospital 3 meses después, pasaron los años y mi hi­ja crecía a base de muchos tratamientos, sobrellevamos todo.

Yo estaba tan metida en la terapia de mi hija que no me di cuenta que hace rato él me empezó a enga­ñar. Hasta que un día me di cuenta que él recibía men­sajes en su celular de otra mujer, pero por mi hija me callaba, por lo no trabajaba más. Pasaron 2 años, está­bamos bien y vino otra ne­na el mismo día del cum­pleaños de nuestra primera hija. Yo feliz de la otra nena y él no porque salió rubia y empezó a negarla, dijo que no era de él, no quiso reco­nocerla y empezó a joder con otra mujer, a engañar­me hasta que nos abandonó hace 3 meses.

De un día para el otro aga­rró sus cosas y se largó, no me dijo nada, le llamo y no contesta, no pasa ni un peso a sus hijas, hasta que hace poco me enteré que vive con la otra, que me dejó por ella.

Ahora me empezó a insul­tar y maltratar por WhatsA­pp, cambió por completo, ya no es el hombre que me ena­moró. ¿Qué puedo hacer?

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NAHELI, DE ENCARNACIÓN, 30 AÑOS

LA RESPUESTA: ORDENAR LOS SENTIMIENTOS

No dejes que la rabia nuble tu corazón

Lo ideal es crecer con tu pareja, pe­ro no siempre se da esa ecuación. A veces por amor o en nombre de él se dejan muchas cosas sin pensar, dejamos de recu­rrir a la inteligencia emo­cional para tomar decisio­nes asertivas.

Sin embargo, son caminos que ya se tomaron para bien o para mal, te toca mirar pa­ra adelante y seguir con la frente en alto. Cuando una relación termina de mala manera, puede que el dolor, la tristeza, rabia se apode­ren de tu corazón. Más aún si hay hijos en común y te sientes abandonada. Hay que procurar que la obli­gación como padres no ter­mine, además la separa­ción debería de una mane­ra menos traumática para todos los involucrados.

Nadie puede forzar a na­die a quedarse en una re­lación, pero siempre hay que velar por los dere­chos del niño y ofrecerles lo mejor para que puedan crecer bien, es la mayor sa­tisfacción aunque no todos piensen lo mismo.

Debes insistir, pero no dejes que te maltrate por mensajes, lo ideal es con­versar y poner las reglas en claro, tal vez tengas que recurrir a la Codeni para un acuerdo. Si está en tus posibilidades bus­ca procesar y ordenar tus sentimientos e ideas sobre lo que ocurrió con ayuda psicoterapéutica.

Cuanto más clara estén tus ideas en tu cabeza so­bre lo que pasó en la re­lación te sentirás mucho mejor. Mirá para adelante, trabajá por el futuro de tus niñas, que no les falte na­da y date tiempo para ha­cer las cosas que te gustan, desarrollarte como perso­na y como mujer.

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