Por más que se puso la alambrada en el medio, que literalmente no sirve ni para atajar el aire, la gente sigue pasando de una ciudad a la otra como si nada.

De unos días para acá se pudo observar en videos cómo el propio intendente de Pedro Juan Caballero atropelló una barrera, la manera caradura en la que el rollo cruzaba de noche como si fueran a sacarse selfi en el baño de algún shopping, el prójimo que se encadenó a un poste para que lo dejen pasar y hasta denuncias del “peaje” que ndajeko cobraban los de la FTC. Novaseo…

Como si esto fuera poco, saltó el caso de una mujer que dio positivo conf irmado en Punta Porã y que se paseó por todos lados, siendo un peligro real que dejó peor que palo de gallinero a más de uno. ¡Ni los sicarios se le acercan!

Es más, el propio concejal de la ciudad donde se come coxinha de frango, Marcelino Nunes, tiró que “tenemos probablemente una circulación comunitaria en Ponta Porã, que aumentará el número de infectados. La mujer no se preocupa en lo más mínimo”.

Contó que la misma se subió a un taxi, se fue de acá para allá, el trabajador del volante siguió su recorrido y vaya uno a saber a cuántos más le habrá pasado la peste en caso de haberse contagiado.

En síntesis, esta especie de “viudiña preta” que no pelotea a sus autoridades puede ser un tremendo foco infeccioso en las ciudades fronterizas, sobre todo por antecedentes que se dieron al comienzo de la pandemia en lugares como Corea del Sur.