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Poli regaló una casita a una humilde familia

Poli regaló una casita a una humilde familia

El corazón de un hombre generoso no escatima esfuerzos para dar a su prójimo una ayuda, más todavía en estos tiempos de grandes necesidades por la pandemia. Un joven oficial de la Policía Nacional, el oficial Fabián Delvalle González (25), le dio hermoso e inolvidable regalo a una humilde familia de la localidad de Escobar.

La casa fue levantada con mucho amor y sacrificio.

Este paraguayo teete ni lo pensó dos veces al ver las necesidades y la precariedad en las que estaban sus vecinos de la compañía Yvaraty. “Yo siempre junto la comida que sobra en la comisaría y guardo para repartirle después a las personas necesitadas. Justo me tocaba mi libre y me fui a mi barrio, ahí en Yvaraty, llevé comida para mis vecinos y me invitó a irme a su casa. Al ver cómo vivían y su ranchitomi, se me cayó el alma por el piso. Legalmente ndakéi esa noche, no pude dormir un sueño de la pena”, dijo este muchacho de corazón de oro a Crónica. Upéi se le metió en la cabeza que debía hacer algo por la familia de don Severiano Díaz Portillo, papá de 8 menores. “Cuando pude, rumbeé a Tobatí para averiguar los precios de los ladrillos, ya que acobraramo y compré los materiales. Entonces le llamé al intendente de Escobar para que me dé una mano para el transporte de los insumos hasta nuestra ciudad. “Sin problemas”, me dijo, y así empecé a juntar cada vez que cobraba mi sueldo, me iba comprando de a poco el cemento, arena, cal y eso”, contó.

Una vez que conseguí todos los materiales para la nueva construcción, oñemongeta con un albañil. “Le pedí un precio arriero pórtepe y gracias a Dios que me aceptó sin problema”, dijo el ejemplar oficial.

NI UN GUARANÍ. “Llevé un poco de carne para festejar la inauguración de la casa, además los constructores ho’use michîmi avei arriero pórtepe, ni un guaraní no me sobró en el bolsillo; es más, adebé un 200 mil”, contó el agente.

“Lloramos todos de felicidad”

El agente ocolaborá avei con trabajo pesado. “En mis días libres venía a trabajar con el constructor y mi papá, quien participó activamente en el óga apo”, contó. La alegría inmensa se apoderó de todos cuando se colocó el último cable de la instalación eléctrica. “Cuando prendimos el foco, el señor oñeprendé cherehe y empezó a llorar de felicidad. Me dijo ‘tuichaiterei mba’e la rejapóva la chefamíliare’ y allí lloramos todos de felicidad”, omombe’u el oficial.

Pero la mayor satisfacción del uniformado es saber que esa familia ya tiene un techo digno. “Ya tienen un techo para poder dormir tranquilos”, he’i el joven.

Entre 10 vivían todo ojo’ári

En esta casita vivían entre 10 personas.

Don Severiano vivía con sus ocho hijos y su doña en una precaria piecita de madera. Pero ahora ya se le cumplió su sueño gracias al buen corazón del agente policial. “Mis hermanos también aportaron alguito para cumplirle el sueño a don Severiano”, gatilló Fabián con voz entrecortada por la emoción.

“Don Severiano me dijo que ni en 50 años no iba a poder juntar la plata para ponerle a su familia una casa digna, porque él trabaja en la chacra y gana poco por día, encima ahora con la pandemia ndaipóri mba’eve. Para mí es un sueño cumplido el haberlo ayudado a este señor”, agregó Delvalle.

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