“Muchos pudieron haber caído nuevamente en la delincuencia si es que no se quedaban acá”, dijo el pa’i encargado de atender el sitio.

Cuando un preso sale de la cárcel tras haber cumplido condena, inicia un proceso de reinserción para el cual, muchas veces ni la sociedad, ni él están preparados.

Un complejo camino cuya meta es que la persona que delinquió y fue castigada por ello obtenga las herramientas necesarias para reintegrarse en la sociedad. Y la cosa se pone más difícil aún cuando en la puerta de salida nadie les espera. Allí, el miedo a la libertad se apodera de ellos.

Además del peso de las maletas, está el peso del tiempo, la tristeza y la terrible soledad.

Es allí cuando este sitio gana notoriedad y brinda ayuda, esperanza y, por sobre todo, amor a los que salen en libertad y están solos. Hablamos del albergue pospenitenciario “Virgen de la Merced”, un hogar transitorio para las personas que recuperan la libertad y que perdieron contacto con sus familiares y no disponen de recursos económicos que les permitan contar con un lugar a donde ir. El sitio está a cargo de la pastoral penitenciaria. “Este lugar es especial y ya salvó muchas vidas. Está gracias a la misericordia y gracias de Dios”, dijo el padre Eugenio Valdez, encargado del sitio. “Muchos pudieron haber caído nuevamente en la delincuencia si es que no se quedaban acá”, añadió. “Ellos (los exreos) se quedan temporalmente hasta poder dar con sus familiares o alguien de su entorno. Viven gracias a la misericordia de la gente. Algunos consiguen trabajo y regresan para dormir”, comentó.

ACTUALMENTE

Actualmente viven dentro del albergue “Virgen de la Merced” 8 presokue. “Están ocho personas viviendo ahí. Están cómodos y tratamos de ayudar en todo lo que se pueda”, dijo el pa’i Valdez.

PARA AYUDA

Si querés pasar la mano a los que viven en el albergue podés acudir al sitio, ubicado en Juan L. Mallorquín casi 22.ª Proyectada, Sajonia, y contactar con el padre Eugenio Valdez. “La ayuda es bienvenida”, dijo.

“Tratamos de dar con familiares”

Según el pa’i Eugenio Valdez, el albergue tiene capacidad para 32 personas. “Los que salen de la cárcel se quedan temporalmente aquí.

Un periodo de 5 o 6 meses. La idea es que ellos estén bien preparados para afrontar las calles. Nosotros en ese lapso tratamos de dar con familiares o ami

regresar a sus casas”, expligos para que ellos puedan có. “Hay un convenio entre el Ministerio de Justicia y el Arzobispado y dentro de ese convenio figura el albergue que está a cargo de la parroquia”, añadió.

Continúa mediante solidaridad: “Ojalá más gente pueda donar”

La construcción del hogar transitorio fue posible mediante la cooperación de empresas y organizaciones civiles y funciona hace cinco años. “Como te dije, los ex-presos viven gracias a gente de buen corazón que ayudan y donan comida, ropa, etc. Ojalá más gente pueda donar”, agregó el pa’i Valdez.

“Muchos exinternos que salen de prisión no saben adónde ir ni tienen qué comer y es difícil y más en esta época que se está viviendo con la pandemia. Aquí les brindamos esa ayuda gracias a personas buenas. Luego, la sociedad debe confiar en darles una oportunidad para corregir el camino mal andado”, añadió.