“Asusta a los que infringen el encierro que se debe hacer por las noches”, dijo un lugareño.

El tramo conocido como Ramal Areguá-Capiatá es, para muchos, un lugar misterioso y que envuelve muchas historias que van más allá de los parámetros considerados normales.

Muchos lugareños comentan que en el sitio ya ocurrieron muchos accidentes y que las almas de las personas que fallecieron no descansan del todo. Y es en ese sitio donde aparentemente el Póra de una mujer ¡se le manifiesta a muchos!

“Hace mucho que sucede esto, todos los que vivimos por acá te van a decir lo mismo. Pero ahora como que aparece más de seguido por las noches, según los testimonios que escuchamos”, comenzó contando Omar Franco, quien vive en el barrio Kokue Guazú, de Areguá, que queda cerca de donde aparece esta “alma en pena”.

Los de la zona mezcla el susto con el humor y ya “bautizaron” al “espíritu” como el “Póra de la pandemia” y hasta aseguran que su constante aparición en horas de la noche es porque “sale a asustar” a los que no cumplen la cuarentena social que prohíbe circular por las noches. “Aquí hasta bromean que asusta a los que infringen el encierro que se debe hacer por las noches, moo jaikuapáta avei (ríe). Lo que sí es cierto es que el espíritu se hace sentir, eso es categórico”, sostuvo.

“Yo al menos ya me acostumbré a los espíritus que rondan por esta zona”, he’i Omar y contó una experiencia: “Pasaba con mi moto y escuché el pedido de auxilio. Frené, me bajé, pero no había nadie. Ahí volví a escuchar nuevamente lo mismo, miré por todas partes pero solo estaba yo”, finalizó.

VARIOS

Creer o no. Lo cierto es que la zona es muy conocida voi por este tipo de situaciones. Los lugareños están más que seguros que allí ronda no solo un alma en pena, sino que varios voi.

Un taxista ya sintió una vez su presencia

Por su parte, don Américo, quien trabaja hace más de 20 años como taxista, también contó su experiencia.

Él asegura que lo primero que hace al pasar por el Ramal Areguá-Capiatá es orar. “Aquí ya hubo varios accidentes, algunos inexplicables”, comentó.

Además, el ñembo’e le protege de cualquier extraño suceso que pueda pasar en el sitio.

“A mí me pasó una noche que estaba solo en la parada. Vino a golpearme la ventana. Al salir no estaba nadie. Imaginate nomás ya cómo corrí esa vez. Pero luego ya fui acostumbrándome”, finalizó.