El miedo era no vender nada por las restricciones sanitarias, pero fue lo contrario, oñe mu porä, porque la gente empezó a ocupar su tiempo en actividades como decorar la casa o tener plantas he´i Capata´i

El tiempo pasa volando cuando don Eusebio Goiburú se pone a trabajar el barro para convertirlo en objeto decorativo. En la inocencia de sus 8 o 9 años, jugando en el taller cada tanto quebraba una artesanía, como solución al problema, los hermanos lo pusieron como encargado de producción, desde entonces todos lo llaman Capata´i.

A sus 75 años, habrá pasado mil batallas internas, preocupaciones normales de todo ser humano y ahora para yapa la pandemia. Pero nada de eso parece afectarle cuando se pone en sintonía con el barro para crear cada pieza que debe pasar por un proceso de 10 horas entre el ardiente sol y el fuego en un horno a 1.000 grados o más de temperatura para estar lista.

En el pequeño galpón que tiene en su casa, en el barrio San Roque de Areguá donde nació y se malcrió, prepara las planteritas que son los más pedidos últimamente para los coleccionistas de plantas que avei hacen su agosto en esta primavera.

“La gente se desestresa con la jardinería o cultivando plantitas en la casa y nos compran las planteras, mi miedo era ese, que no íbamos a vender nada por culpa del covid y fue lo contrario, ro ñe mu porä”, indicó.

La pandemia trajo muchos dolores de cabeza, angustia e incertidumbre al tener que reinventarse, para don Goiburú la vida sigue y solo tiene que hacer lo que uno sabe hacer, se pasa estos días modelando en el torno o rueda giratoria con los pies, mientras con las manos les da la forma a las piezas.

“Espectacular para calmar los nervios o un pireva´i”

Capata´i sostiene que el barro es epectacular para calmar los nervios o el pireva´i porque el tiempo que estás con el barro, no te preocupas de nada más. Ellos usan la arcilla blanca que consiguen de de Itá y la negra que tienen ahí en Areguá para fabricar los canteritos. “Hace 52 años atornea hague, aprendí con mis padres, mis máquinas son caseras, nosotros mismos hacemos nuestras herramientas con este trabajo crié y eduqué a mis hijos que siguen mis pasos y una es licenciada en enfermería”, contó mientras terminaba de mostrarnos el paso a paso muy orgulloso de su trabajo.

El proceso puede durar un día entero

Su hijo, Artemio Adán Goiburú contó que el pan de cada día para muchos aregüeños es la artesanía, entre ellas la alfarería por ser una fuente segura de trabajo.

“Mezclamos arcilla o barro, usamos caolín blanco y el negro que se tira en una pileta de reposo, pasamos por la zaranda para colar las impurezas y luego se sigue con el trabajo de modelado a mano con el torno. El proceso al sol dura 3 horas y al horno lo dejamos 7 horas, primero 4 horas de lenteo”, relató los pasos que sigue el arte.

Contó que si bien tienen local en el centro, por la pandemia están trabajando más con los mayoristas para la reventa. Para pedidos o más datos al 0991203470.

“El torno es una herramienta practicamente casera, todos nos vamos haciendo de nuestros elementos de trabajo, yo fui creciendo, a los 16 a 17 años empecé a trabajar, hasta hoy en día que tengo 42, me sigo dedicando a esta herencia que tengo”, comentó.