Ojos llenos de tristeza observan la tierra seca. La vida es absorbida por todos los males que cayeron sobre sus zonas en donde todos los días veían flotar su gran esperanza.

“El mal se apoderó de nosotros, estamos desesperados”, revela don Pablo Quintana (56), un pescador que vive en la ciudad de Capiatá y para quien este 2020 estuvo lleno de maldiciones.

Y es que, según cuenta el humilde trabajador, cuando había muchas bendiciones no pudieron trabajar debido a que prácticamente el país se cerró tras confirmarse los primeros casos del virus maldito.

Don Pablo, quien vive de la pesca y con el que pudo mantener a todos sus familiares, revela que la situación por la bajante del río se volvió incontenible y que a estas alturas ya están a punto de pasar hambre.

“Siempre vivimos de esto, el río está terminando y no hay ningún pez. Pedimos ayuda a las autoridades, no podemos seguir así”, le bajó el capo.

Si bien el karai y sus demás compañeros de travesía todos los días visitan los grandes ríos de nuestro territorio, explican que ahora ya no pueden pescar nada por culpa de la sequía.

El pescador aseguró que esta bajada de las aguas fue mortal para ellos y que nunca vivieron por una situación similar.

“Nadie puede tener una explicación a todo esto, estamos haciendo mal las cosas y Dios nos está mostrando eso”, reflexionó el karai.

Don Quintana dijo que espera que pronto termine esta situación antes de que las personas que dependen de la pesca no lleguen a pasar por lo peor que se puede venir.

Sin agua en el río, salen a las calles en busca de comida

Don Pablo aseguró que la bajante histórica hizo que muchas personas que vivían antes de la pesca tuvieran que salir a las calles para buscar el pan de cada día, ya que la sequía se llevó todas sus esperanzas.

“Se siente ya la crisis y no es solo por culpa de la pandemia sino también por la sequía, todos los arroyos y los ríos se están secando. Muchos de mis amigos y conocidos que ganaban bien con la pesca ahora salen a vender cualquier cosa por la calle” lamentó el hombre.

Explicó que está visitando aún los ríos en busca de un poco de ingresos, pero aclaró que si la situación no cambia va a tener que salir también a las calles.

Canoeros también quedaron sin puchero por la sequía he’i

Los bosques y los pescadores no fueron los únicos afectados por el calor intenso de los últimos tiempos.

Según explicó a nuestro medio don Pablo, otro de los que están pasando por el “hendy kavaju resa” son los canoeros que desde la sequía se quedaron sin laburo.

“Cuando hay creciente nos afecta muchísimo también y tenemos que salir corriendo del agua, pero ahora necesitamos que suba un poco más.

Nuestros compañeros ya no hacen los fletes porque la gente ya no necesita, caminando nomás ya llevan sus cosas o por los vehículos que pueden circular por la ribera”, explicó.

Este karai lamentó que por culpa de todos los males que afectan al país quedaron en el olvido, ya que no reciben ayuda de ninguna parte ndaje.

MÁS DATOS

CON OLLA POPULAR

Don Pablo aclaró que en los primeros días de la pandemia chulearon perfectamente el vare’a por medio de las ollas populares que se realizaban a tutiplén en su barrio.

SIN PECES

El pescador contó que muchas veces se van en busca de los pescados y vienen con el corazón roto debido a que no logran picar ninguno. “En verdad no sabemos qué hacer”, dijo.