Siempre hay una luz de esperanza y todo depende de uno mismo, si se quiere salir adelante. Eso es lo que piensa Diego Díaz, un joven ingeniero agrónomo que, a pesar de quedar huérfano de padre a los 8 años y con 4 hermanos menores, pudo cumplir su sueño vendiendo chipas desde chiquito.

“Tenía 10 años cuando prácticamente terminó mi infancia, empecé a vender chipa en mi ciudad, Juan Manuel Frutos, para ayudar a mi mamá, ya que mi papá había fallecido en un accidente de tránsito a sus 30 años. Cinco días después de la muerte de mi papá nace mi hermano menor que hoy tiene 22 años”, cuenta Diego.

“Desde las 4 de la mañana ya salía a trabajar con mi mamá, me iba a ayudar a mis patrones primero a freír empanadas y a las 6 ya salía con mi canasta con las chipas, antes del mediodía ya vendía todo, después ya tenía que prepararme para ir a la escuela, tenía una ganancia de 15 mil guaraníes por día, eso en aquel tiempo ya era buena plata y con la venta de mi mamá ya nos alcanzaba para mantener a una familia de 6 personas”, expresó.

“Cuando terminé el colegio tuve que dejar de vender porque quería empezar la Facultad, la única carrera que tenía era la de Agronomía, entonces me puse a estudiar, ya no pude trabajar porque mi estudio requería de tiempo completo. Allí mi mamá sola se tuvo que encargar de nosotros”, cuenta Diego.

“En la vida no hay obstáculos si uno tiene una meta trazada. Sin papá y trabajando desde chico para mantener a mis hermanos yo pude estudiar, no hay excusas para no ser alguien en la vida, solo hay que sacrificarse un poco”, dice el ingeniero.

Está buscando la oportunidad para mostrar todo lo que sabe

“Desde que me recibí, hace 5 años estoy repartiendo mi currículum, hasta ahora nadie me dio la oportunidad. Es muy difícil conseguir trabajo estable”, se quejó Diego. “Cuando salí de la Facultad empecé a trabajar con un compañero plantando verduras, ahora estoy cultivando sandía en la chacra de mi suegro, pero es muy difícil la vida del productor con esta sequía. Cultivé más de 2.000 plantas de sandía, por eso se gasta de 8 a 10 millones, ahora tengo que buscar la forma de vender la poca producción que lastimosamente por la sequía no salió muy bien. Con suerte unas mil frutas se podrá vender y lo máximo que cuesta cada uno es de 15 mil guaraníes”, he’i.

KUÑA GUAPA

“Mi madre es una mujer única, ella nos sacó adelante, no supo lo que era enfermedad o frío a la hora de salir a trabajar. Gracias a Dios y a mi mamá los cinco pudimos estudiar”, señaló Diego.