Doña Beatriz sufre. Lo deja sentir en sus palabras. Una mirada cargada de duelo que inunda de tristeza es el espejo del frío que carga su alma sin refugio. Ya enterró a tres de sus hijos, una cruz que la tortura en el llanto. Ahora solo le queda uno, Luciano, a quien le pide encarecidamente que se aparte del grupo criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) y se entregue a las autoridades para al menos así poder visitarlo en la cárcel.

“Me duele mucho lo que pasó con mi hijo. Sufro mucho como madre. Por eso le pido que se entregue, así por lo menos le voy a poder ver cuando esté en la cárcel”, fue el hasta si se quiere desesperado pedido que hizo doña Beatriz a través de Telefuturo para que ese a quien ella dio a luz sienta la oscuridad que causan en su corazón el pesar y la impotencia de no poder hacer nada.

Otros hijos ya no están. Ricardo, otro integrante del autodenominado EPP, fue abatido el sábado en Concepción. También llegaron a caer en combate Benicio y Jony Argüello Larrea. La mujer sabe bien que si le quitan también la posibilidad de abrazar a Luciano, el dolor tal vez termine provocándole un mal irreparable.

“Ambyasy voi ko che memby”, sentenció Beatriz, una madre que solo espera que la vida no la castigue con otra muerte.

¿NARCOS?

Los cuerpos de Benicio y Jony fueron hallados en la zona de Lorito Picada, Amambay, en junio pasado. Se presume que ambos fueron asesinados tras ingresar al territorio de otros grupos criminales dedicados al narcotráfico.

“Él trabajaba en una estancia”

Doña Beatriz comentó que su hijo Luciano antes de desaparecer para unirse a las filas del EPP, allá por el 2011, trabajaba en una estancia en la zona, y con lo que hacía la ayudaba a mantenerse. En ese entonces, Jony aún era una criatura de no más de 7 años, por lo que solo colaboraba con algunas tareas de la casa. “Me duele mucho todo lo que está pasando… no sé por qué es así. Luciano trabajaba en una estancia y no tenía contacto con sus otros hermanos que estaban en el monte”, dijo la dolida mujer.