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Las heridas sienten en el alma y no en la piel

Las heridas sienten en el alma y no en la piel

Los portadores del mal de San Lázaro, enfermedad muy antigua, ya no tienen las mismas secuelas que antes, pasan los días en su pequeño paraíso en Sapucai, lejos del estigma y la discriminación.

Si bien todavía hay gente que les teme, cada vez es menos, tal vez por desconocimiento de que el nivel de contagio es muy bajo. “Llegan con donaciones en la puerta y se van volando, salen rapidísimo”, comenta la hermana Juana Cueto (50), una de las tres religiosas que hacen de todo en el hogar.

Unas 40 personas, muchos de ellos abandonados por sus familiares con heridas profundas que duelen más en el alma que en la piel, permanecen internadas dentro del albergue. En las afueras hay alrededor de 14 casitas, donde viven unas 100 personas curadas que decidieron quedarse a vivir en la colonia, se casaron, tuvieron hijos, nietos.

“Tenemos dos casos recientes, los que tienen que ver con lepra en estos tiempos ya no deja secuelas como antes, después hay otras enfermedades como hipertensos, diabéticos”, comenta la hermana vicentina.

Como todo comienzo cuesta, las hermanitas ofrecen contención emocional a los que llegan al lugar, dan charlas informativas y poco a poco se van adaptando. El más antiguo de los pobladores tiene 92 años y el más joven 46, después hay niños que no tienen lepra.

“Al comienzo les costó, después se adaptaron, hay internados que no tienen familiares, prefieren estar aquí que en sus casas, la mano de Dios cuida de ellos y Santa Isabel de Hungría”, dijo la hermanita

Olvidados durante la pandemia

Los fines de semana anteriormente recibían muchas visitas solidarias, pero con la crisis sanitaria por covid-19 disminuyeron y ellos necesitan de las donaciones, si bien cuentan con ayuda estatal y fundaciones de ayuda a enfermos.

“La mayoría son personas de la tercera edad, con enfermedades de base que requieren de la ayuda solidaria, ahora con la pandemia recibimos menos donaciones, estamos más olvidados, son un grupo de riesgo que cuidar”, dijo la religiosa.

Las hermanitas dan contención a los que viven en el leprocomio.

Toda donación es bienvenida, los víveres como siempre, harina, leche, aceite, azúcar. Son muy valoradas las gasas por metros para las curaciones de todos los días y las vendas semielásticas, así como guantes de procedimiento.

Para llegar hasta el leprocomio, hoy día por los protocolos sanitarios, es necesario agendar la visita o hacer llegar las donaciones llamando al (0986) 13 42 25.

Piden luz a la ANDE

Este tiempo es lindo para la solidaridad, tiempo de espera de la Navidad. “Para esta Navidad muchos están pensando en pavo, ellos nunca comieron pavo, pero también necesitamos que la ANDE nos conceda los alumbrados que pedimos, es muy oscuro aquí”, comentó.

El Leprocomio Santa Isabel se encuentra a 12 kilómetros del casco urbano de la ciudad, en Paraguarí, es manejado por la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

La historia habla de que en 1932 funcionaba en el viejo Hospital de Clínicas en Sajonia y luego por la Guerra del Chaco fueron trasladados a 100 kilómetros de Asunción, en un área boscosa.

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