“Muchas veces ya rompí mis muletas (ríe), pero la pasión por jugar es más fuerte”, contó a Crónica.

POR RODRIGO VALDEZ

(Tw: @rodrisamuvaldez)

De niño, Claudio Vergara tenía un sueño: ser jugador de fútbol. Hacer “jueguitos” con la pelota era como tomar agua para él, no le costaba nada. Siempre resaltaba su toque distinto y exquisito entre sus amigos en la zona del kilómetro 10 Acaray, Ciudad del Este.

Pero a los 9 años, algo terrible marcó su vida para siempre. “A esa edad, al salir de la escuela, estaba cruzando la calle cuando un borracho me chocó con su vehículo. Mi mamá me contó que estuve 3 meses internado en el hospital y en ese lapso tuvieron que amputarme la pierna izquierda”, contó Claudio.

“A esa edad no sentí mucho porque no dimensionaba lo que eso significaba. Pero cuando fui creciendo me entró una tristeza muy grande, pero no me dejé vencer, al contrario, peleé para hacer mi vida normalmente”, añadió.

“A mí no me molesta, ni me afecta en absoluto. Vivo mi vida como cualquier otro y lo disfruto mucho minuto a minuto”, agregó el joven que ahora tiene 18 años.

Pese a todo lo vivido, su talento y su técnica para dominar el balón siguen intactos. Tal es así que hoy Claudio deja a todos fascinados con su habilidad al momento de jugar piquiboli. Sí, juega piqui ¡con una pierna y en muletas! Incluso, los que lo ven lo califican como un admirable fenómeno de esta disciplina. Su predisposición para entretenerse fue captada en un video que rápidamente se viralizó en las redes sociales, conmoviendo y motivando a todos de que los límites solo los pone uno.

“Muchas veces ya rompí mis muletas (ríe), pero la pasión por jugar es más fuerte”, contó. “Hace 5 años que juego piquiboli a plata, ndaipóri rei. También juego fútbol y vóley. Es lo que me mantiene con ganas de seguir para delante”, finalizó.

REGALOS

Claudio comentó que mucha gente contactó con él al ver sus videos y recibió regalos. “Me regalaron para mi remera y esas cosas. Sinceramente estoy muy agradecido.

En la cancha le bautizaron “muleta” he’i

Contó que “al entrar a la cancha me olvido de mi condición y juego a muerte porque no me gusta perder… jajajaja. En la cancha todos me llaman ‘muleta’. Cuando recorro otras ciudades se sorprenden cuando me ven jugar así. Al principio me costó, pero luego me adapté y ahora ya es fácil para mí”.

“Tuve problemas, pero Dios te da un obstáculo para superar y darte más logros. Ahora acá estoy persiguiendo una pasión que quiero hacer toda la vida”, contó.

“Después de mucho por este tema de la pandemia volvimos a jugar piqui y vóley. Nos cuidamos por cualquier cosa”, finalizó.

“Mi mamá vendió la casa para pagar mi tratamiento”

“Yo sigo para adelante gracias a mi familia, a mis padres y hermanos”, contó Claudio. “Cuando me pasó lo del accidente, mi mamá vendió la casa para costear mi tratamiento. Le voy a estar agradecido toda la vida”, contó emocionado.

“Ahora tenemos nuevamente nuestra casa gracias a la ayuda de mucha gente. Con lo que gano en el piqui ayudo a mi familia”, explicó.

“Ahora terminé el 1er año en el colegio. Me falta dos todavía. Mi deseo ahora mismo es darle un consejo a los jóvenes: que nunca se dejen vencer por las barreras que muchas veces uno encuentra en el camino, que siempre hay que seguir el sueño que se tiene”, finalizó.