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“Esto es el Apocalipsis para nosotros los vendedores”

“Esto es el Apocalipsis para nosotros los vendedores”

“No cabe duda que perderemos un gran ingreso, un gran aguinaldo que nos salvaba por unos meses”, contaron.

En años anteriores la escena era esta: una multitud que llegaba a la Villa Serrana para sumarse a la fiesta en honor a la Virgen de los Milagros de Caacupé. Sus pasos sonaban como las hojas de los árboles sacudidas por el viento. Cada una con su “maleta” de peticiones, agradecimientos, quebrantos y ensueños, para ponerlo al pie de la madre de Jesús.

Hoy, la historia es otra. En la víspera de la fiesta mariana arranca la fase cero con restricciones estrictas. La ciudad muestra un rostro desconocido. Las calles están desoladas. Hasta lastima ver tanta… nada. Pero los que sufren con esto son los vendedores ambulantes, quienes cada año encuentran en esta actividad un alivio económico con las ventas.

Esta vuelta no será así. La nula presencia de los devotos se palpa. Ellos lo sienten en carne propia.

“Esto es el Apocalipsis para nosotros los vendedores. Estamos tristes porque en esta época ya estábamos trabajando con todo en años anteriores”, dijo a Crónica doña Claudia Areco, quien vende chipitas en los alrededores de la basílica.

El vendedor de helados siente que los devotos no puedan acudir a Caacupé.

“No cabe duda que perderemos un gran ingreso, un gran aguinaldo que nos salvaba por unos meses. Era mi única fuente de ingreso. En los lugares donde más vendemos es en las plazas y lugares donde los devotos descansan. Ahora no está nadie ahí”, dijo avei el chipero Cristian Colmán.

“Este fin de semana casi ya no hubo gente. Mañana (por hoy) arranca la fase 0 y ahí si que peor va a ser. Pero bueno, hay que seguir las órdenes”, agregó doña Claudia.

Desde las 18 arranca la fase cero

Desde las 18:00 de hoy comienza la fase cero de la cuarentena en Caacupé, y se extenderá hasta el mediodía de mañana, en un perímetro de 300 metros a la redonda de la Basílica de Caacupé, ante la pandemia del coronavirus. La idea es evitar la peregrinación de fieles católicos a la ciudad en torno al día de la Virgen de Caacupé. De hecho, la basílica se encuentra totalmente vallada y para nada voi se permite el paso de nadie para evitar cualquier inconveniente.

“Nos afecta que los devotos no vengan”

Dicen por ahí que cada barrio, cada ciudad, tiene a sus emblemáticos personajes, de esos que todos conocen y admiran. Y en la “Capital Espiritual”, don Carlos es uno de ellos. Un ícono, una figura, una leyenda viviente… No hay quien no lo haya visto empujando su carrito o saboreado de su riquísimo helado que ofrece todos los días. “Acá estoy recorriendo hína kuarahy guýpe (bajo el sol) Ndaipóri mba’eve hína”, contó.

“Nos afecta mucho que los devotos no vengan, pero está bien que se cuiden y respeten lo que las autoridades dicen. Nosotros vamos a hacer lo que sea para llevar el pan de cada día a casa”, agregó.

“En años anteriores vendía todos mis helados en medio día. Ahora ya son las 14:00 y vendí solo uno. Es preocupante esta situación, pero hay que seguir luchando y con la ayuda de la Virgencita saldremos adelante”, finalizó.

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