Desde pequeño que su pasión estuvo. Pasó por mucho, hoy cumple uno de sus más anhelados sueños, la de poder pintar para la Virgen de Caacupé

• Por Belén Vázquez

Bajo un sol radiante, con camisas mangas largas, un vaquero bien cómodo, con tapabocas y varios baldes de pintura a su lado es como se lo puede ver a Ricardo Núñez, un artista plástico de la gran siete quien hoy está dando vida con sus hermosas obras de arte alrededor de la Basílica de Caacupé.

La ausencia de la feligresia católica es más que obvio en el lugar, el silencio es absoluto pero la pasión y las ganas que le pone don Ricardo a su trabajo se puede ver con solo mirar cada pintura que deja plasmado en los murales.

“Todo empezó con una reunión que había tenido con el Intendente de Caacupé. Le había dicho que nunca me dio la oportunidad de por pintar mi arte y fue así como todo empezó, además de que esto es algo que siempre lo quise hacer…”, empezaba contando don Ricardo sin dejar de resaltar con orgullo que él es nacido y malcriado en la ciudad Espiritual.

Don Ricardo ya tomando un descanso de su trabajo, contó que lleva más de 30 años en el rubro, que poder dibujarle y pintarle a la Virgencita azul de Caacupé, para él como devoto de la madre del Paraguay, es un orgullo inmenso, y su fe lo demuestra con cada pincelada que lo hace con mucho amor.

“Es un orgullo inmenso, es una alegría que no tiene explicación”, decía don Ricardo en contacto con Crónica Digital.

Resaltó, que lo pintado fue seleccionado por el capo de la ciudad cordillerana en conjunto con la Dirección de Cultura.

“Llevo más de 2 meses trabajando, y las imágenes fue en conjunto con la Dirección de Cultura el Intendente y también mi aporte”, he´i el genio del pincel quien asegura que no deja de recibir felicitaciones y admiraciones de personas de otros países quienes aplauden su trabajo.

DE LA CHIPA A LOS PINCELES

Ricardo desde muy pequeño conoció el sacrificio, cerca de los 12 años partió con su papá a tierra extranjera, Argentina, lugar donde trabajo vendiendo chipa, pero su amor por el arte siempre estuvo encendido.

Contó que en el puesto donde vendía sus deliciosas chipas había una escuela de arte donde asistió como ayudante, y con el paso del tiempo fue perfeccionándose y sintiendo más amor por el arte.

La vida le fue difícil, ya que debía tener documentos para poder seguir estudiando. Volvió a Paraguay donde se caso, y durante mucho tiempo estuvo con la venta de chipas, pero su pasión nunca se desvaneció, hasta que cumplió los 22 años. Desde ese entonces recorrió varios países del mundo con su arte, ganó concursos representando al Paraguay y hoy de a poco va siendo conocido con sus obras.

“Tuve muchas oportunidades, incluso ni mi vecino conocía lo que yo hacía, ahora de a poco las personas saben quien soy y reconoce mi labor…”, terminó diciendo don Ricardo quien se siente orgulloso de todo lo que pudo conseguir con el correr del tiempo.

MEDIOS DE ASHÁ

Don Ricardo incluso llegó a salir en medios de Argentina por su gran lucha y sacrificio de haber llegado a su sueño a pesar de las circunstancias.