Aparte de bajar de peso, el 80% viene para divertirse y dejar de lado el chekuerái, que a veces ñande jukapáta, asegura Jessica Giménez (29), quien dirige la batuta de la zumba entre las chi de Capiatá. Empezó por hobby hace 3 años, en su tiempo libre armó su grupo en el barrio Caacupemí, principalmente para que las amas de casa puedan desestresarse, sacudirse de la rutina de la casa y los problemas.

“Somos como 50 chicas, nos dividimos en varios horarios y tenemos también un profesor que nos ayuda con la parte funcional, ejercicios localizados, conmigo hacemos ejercicios a través de la música, por eso se llama Jessi Cardio Dance”, contó.

Las doñas son únicas, hacen que la hora sea mágica porque se olvidan de todo con los pasos, que van innovando y adaptando de acuerdo a la música que suena. “Es un exorcismo como se dice porque se liberan, me dicen que cuando no vienen se sienten nerviosas, como que algo les falta”, comentó Jessi.

Más que la cola cuesta poner pecho

Para El i zabeth Franco (64) el paso que más le costó fue mover los pechos, más que la cola, pero aprendió y se volvió para ella más que un hobby, una necesidad el sentirse bien con el cuerpo. No importa la edad para animarse a bailar sostiene Luci de Aguayo (61), la que anima a sus amis a venir a pasarla bien. “Les invito a bailar y divertirnos, soy ama de casa y la tata de 4 nietos, con ellos Más que la cola cuesta poner pecho estoy todo el día y para desestresarme vengo una hora y luego vuelvo”, dijo. Lo mismo piensa Adela Miltos (46), desde un mes practica y se siente muy bien, menos estresada. “Recomiendo a la gente que baile porque la mejor medicina es el baile, rejuvenece”, alentó.