A pesar de la pandemia, el calor, la lluvia, el raudal, Carlos como cada se pone el traje rojo y sale a ganarse el pan
La pandemia golpeó mucho a los actores que este año muy poco laburo tuvieron en eventos, muchos tuvieron que cambiar de rubro o probar suerte en otra cosa. Desde hace 15 años Carlos Ramírez (35) hace de Papá Noel en esta temporada, sin tanto burumbumbum como en años anteriores, hubo algo de movimiento, le cayeron algunos contratos para animar y recibir cartitas de los peques.
“Uno tiene dos opciones: ser más creativos y seguir trabajando con lo que te gusta, por suerte se está liberando las fases, o trabajando virtual, pero el actor, artista le encuentra siempre la vuelta como se dice”, indicó. Este año en vez de villancicos hasta reguetón le tocó bailar en una presentación, todo sea por levantar el espíritu de la gente que está muy bajoneada. Con su lapa forma parte de un grupo de actores llamado “De Colores y Fantasías” donde con teatro, circo y música trabajan lo que es la animación sociocultural, para empresas y también para formación de jóvenes. Suelen ir a los hospitales a repartir juguetes, donde es difícil no conmoverse al ver las miradas y sonrisas de los peques.
“El 24 también, hace 5 años atrás hace el servicio de entrega de regalos como Papá Noel para la familia que nos contrata, o como duende con mi elenco casa por casa a repartir, es un día muy emotivo, especial, que llena de alegría”, comentó el actor. El año pasado tuvo que rechazar trabajos, esta vez la sitú está más difícil pero aún así ya tiene para Nochebuena algunos contratos, hace un recorrido, tiene su agenda y pasa por la casa, para Carlos es un día laboral. “En casa llego después de las doce, a la una, yo celebro más el Año Nuevo, para mí la Navidad es como un trabajo, un oficio”, comentó.
El calor es algo secundario y por los niños todo se aguanta
El intenso calor no le hace nada a un actor que entra en personaje, pero es lo que más le preguntan, a lo que responde que si Santa está llegando del Polo Norte a un lugar cálido, con toda su chaqueta es porque la magia de la Navidad sí existe. “Sí tengo panza, barba postiza, sí es caliente, pero uno entra en el personaje y se convierte, es lo más secundario el calor, lo más lindo es cuando te dicen los niños te amo, te escribí, leé mi carta”, indicó. Comentó que hay veces que le toca estar en shoppings, empresas o lugares con aire pero que en en otras ocasiones, como el año pasado, le tocó estar en el Bañado Norte, con 48 grados. “La felicidad de los niños llena y el calor pasa desapercibido, uno se olvida de todo”, comentó.
DOS MODISTAS
El secreto está en la modista, Carlos tiene dos profesionales que trabajan por su traje y de los duendes, usan telas más livianas para aguantar el calorcito.
EN FRONTERA
Santa y sus duendes tuvieron muchas actividades, ayer estuvieron por Puerto Elsa, en Nanawa, repartiendo esperanza y espíritu navideño.
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