Los niños vivían sufriendo necesidades junto a su padre en medio del bosque, pero ahora “hasta el semblante ya les cambió”

Una de las historias publicadas por nuestro diario llegó profundamente al corazón de los lectores: fue la de dos hermanos que junto a su padre viven en el monte y en medio de la nada, sin las mínimas comodidades, lejos de contar con agua y luz y comiendo solo una vez por día.

Gracias a un docente quien en medio de una odisea llegó a entregar las tareas de esos alumnos se pudo conocer la desgarradora historia de sobrevivencia de estos pequeños, quienes en ese entonces no tenían esperanzas de una vida mejor, jamás se imaginaron que gracias a aquel maestro que con un nudo en la garganta contaba las condiciones infrahumanas en la que vivían hoy sus vidas cambiarían.

Sin pensar dos veces la gente empezó a hacer llegar su ayuda a estos pequeños, de diferente s puntos del país, como por arte de magia la solidaridad empezó a crecer, donaciones en efectivo, víveres, ropas y hasta materiales de construcción para una vivienda digna llegaron hasta la localidad de Colonia Independencia, en el departamento del Guairá.

Hoy gracias al enorme corazón de los paraguayos, esta familia pudo obtener un terreno por 2 millones de guaraníes en una zona urbana en donde podrán contar con luz y agua, pero por sobre todo un techo que los proteja de la lluvia y el frío.

“Unas diez personas al día somos los voluntarios que estamos ayudando a la construcción de la casa para don Juan Da Rosa y sus hijos, hay tres maestros albañiles y a ellos les pagamos de las donaciones que se recibieron, es tan grande el corazón de este señor que él comparte los víveres, que le hace llegar hasta ahora la gente, con sus vecinos que también son muy humildes, pero que ayudan con mucha emoción a la construcción de la casa”, contó el docente Carlos Gamarra.

Estaría lista en 15 días, según cuenta el profe

“Al ritmo en que vamos, con el entusiasmo de toda la comunidad para dentro de 15 días ya estaría terminada la casa, tiene 2 dormitorios, baño, cocina y un pequeño corredor, es una emoción tan grande lo que se siente al ver a esta gente tan feliz, especialmente a los chicos. Ahora, de no haber tenido nada, están llenos de juguetes, se dan el lujo de elegir qué vestir y ponerse por los pies, antes andaban descalzos, ahora se cambian cada rato de zapato y ropa, pero lo más hermoso es que también comparten con otros niños la felicidad que ellos tienen y comparten sus juguetes con otros niños que no tienen”, comentó el profe.

Hay promesas de equipar la casa una vez terminada

“Estamos esperando las donaciones de ladrillos que nos había prometido una persona de Tobatí, nos dijo que después de las fiestas nos haría llegar, lo que estaríamos necesitando es cargar de arena para el relleno, después solo ya son detalles”, he’i.

“Una vez terminada la casa mucha gente se comprometió en equiparles, ahora todavía no traen los muebles ya que no hay donde guardar, lo que ya hicieron llegar son camas para los niños, pero se comprometieron en regalarles heladeras, cocina, ropero y todo lo necesario para equiparles su casita”, comentó emocionado.

“Desde que se publicó la historia todavía no tengo descanso, es impresionante cómo la gente se prendió para ayudar, ahora estoy a punto de ser maestro albañil, hago de guía turístico y administrador”, contó Gamarra entre risas.