“Es un medio de meter plata extra a mi casa”, dijo el capo que realiza su arte mientras espera volver a zarpar.

Como muchos navegantes, Neil Andrés Cabrera (40) espera el llamado para zarpar, no es el mejor momento para el sector, los sueldos se recortaron con la excusa de la pandemia y por la bajante del río el laburo también mermó.

Sin embargo, siendo papá soltero de dos hijos se rebusca como puede, aprovecha su habilidad de fabricar maquetas y réplicas de naves para que no falte el dinerito en la casa.

Neil empezó como marinero, luego fue contramaestre y ahora tiene el título de baqueano. Por ahora el marino mantiene “los pies sobre la tierra”, pero se inspira a orillas del río Paraguay, en San Antonio, donde vive.

Fabrica barcos empujes, o sea remolcadores, barcos veleros, piratas, buques de guerra, pero también está en un pedido especial: ¡una nave espacial!

“El famoso Destructor estelar de la flota imperial de la Guerra de las Galaxias. Un pedido de un fanático de Star Wards, es una maqueta para un adorno en la casa”, comentó.

Desde muy joven Neil empezó por hobby haciendo un camión tumba para su hijo que tenía 4 años, luego preparó uno o dos remolcadores y ahí fue donde algunos compañeros de trabajo vieron y enseguida le pidieron.

“En esa época yo trabajaba ya en los remolcadores, los que empujan barcazas por el río. Desde ahí ya no paré más”, recordó el navegante valé.

PRECIOS

Cada barco es único y le pone toda la dedicación en los detalles, el precio va desde G. 600.000 a 1.500.000, dependiendo del tamaño y modelo. Algunos llegan a costar G. 2.500.000.

MATERIALES

Las maquetas están hechas de madera terciada, lleva acrílicos, varillitas, casi todo reciclado. Hace más barcos remolcadores, pero hace también barcos veleros, piratas, buques de guerra.

“Trabajé hasta noviembre y por la bajante ahora estoy libre”

Cada vez que tenía vacaciones o libre hacía los barcos, Neil fue perfeccionando el estilo y le salían más detallados, ahora le coloca luces LEDs para que sean más vistosos y masillando los cascos para que puedan flotar.

“Y hasta ahora es un medio de meter plata extra a mi casa. Soy navegante, viajo en los barcos. Estuve trabajando hasta noviembre y por la bajante ahora estoy libre, o sea esperando a que me llamen para ir a trabajar”, señaló.

La pandemia, como a todos, le afectó, pero considera que el factor común de que muchos barcos pararon más bien es por la considerable bajante que tuvo el río en los últimos meses.