Norma (34) y Virginia (20) son hermanas. Ambas dirigían su propio negocio de venta de verduras, pollos y otros productos en Cambyretá, Itapúa. Les iba muy bien en el comercio, hasta que de la noche a la mañana todo cambió. La pandemia del coronavirus golpeó de lleno sus trabajos y la convirtió en uno de los rubros más afectados.

“Para nosot ras, todo terminó allá por julio del año pasado. La pandemia nos golpeó como si fuese una piedra que impacta en el rostro y nos noqueó. Nos dejó sin trabajo. Todo se nos fue de las manos. Los precios de los productos subieron muchísimo y ya era más pérdida que ganancia y no pudimos mantener el negocio”, dijo a Crónica Norma.

La desesperación se apoderó de las hermanas. Norma tiene dos hijos de 11 y 4 años y Virginia un hijo de un año. Ambas son madres solteras y la perspectiva no era para nada alentadora.

“Ya era agosto (del año pasado) y en medio de la incertidumbre recordamos lo que aprendimos en la vida: que rendirnos no era una opción para nosotras”, confesó.

Fue en ese momento en que ambas se arriesgaron y se reinventaron -como muchas personas- en otra faceta. De empresarias del comercio pasaron a vivir de la chatarra. “Al principio dudábamos porque no conocíamos mucho de esta faceta. Pasaron como seis meses y ahora nos manejamos muy bien. La verdad que no nos podemos quejar. Hacemos por lo menos para el sustento diario de nuestros hijos”, sostuvo.

A partir de ahí, la gente ‘bautizó’ a las hermanas como “las reinas de la chatarra”, porque se las ve recorrer de punta a punta por la ciudad y sus alrededores.

“Salimos a recorrer a bordo del motocarro en busca de chatarra. Vamos donde nos dicen. Nos gritan ‘las reinas de la chatarra’. La verdad que no nos quejamos de lo que hacemos. Agradecemos a Dios por el trabajo que tenemos”, dijo Norma.

AGRADECIDA

“Un señor me vendió el motocarro. Yo no tenía para pagarle y él me dijo ‘llevá nomás, andá trabajá y cuando tengas para pagar vení junto a mí’. Comenzamos a salir a buscar chatarra y voy pagando de a poco”, dijo Norma.

COSTO

“Nosotras compramos las chatarras a 350 guaraníes el kilo y a veces vendemos a 600 guaraníes, depende eso”, explicó Norma. “En el mejor día hacemos como 300 mil por día. Y en el peor día no hay nada. Así nomás es”, sostuvo.

Paga sus estudios siendo chatarrera

Virginia paga sus estudios siendo chatarrera. “Debo seguir estudiando y con lo que gano aparto para pagar mis estudios”, dijo. “Muchos dijeron que íbamos a tener vergüenza para hacer este trabajo, pero al contrario, lo hacemos con muchas ganas, ¿por qué vamos a tener vergüenza de trabajar?”, agregó. Por su parte, doña Norma contó que cambiar de rubro para ellos al principio costó, pero que con el correr de los días se acostumbraron. “Ya vamos por los seis meses y agradecemos a Dios por permitirnos encontrar algo qué hacer”, finalizó.

“Quejarse es algo que te lleva para atrás y no te deja avanzar”

“Las reinas de la chatarra” son un ejemplo para muchos que ponen excusas para no trabajar. “Nosotras aprendimos que nunca hay que quedarse con los brazos cruzados porque nada cae del cielo. Quejarse es algo que te lleva para atrás y no te deja avanzar. Hay que buscar las oportunidades y superar los obstáculos en medio de las adversidades”, dijo Norma.

“Al principio hasta nos llegaron a joder diciendo que nos vendían aluminio, pero no lo era. Caímos muchas veces en engaño, pero no nos decaímos y seguimos en esta faceta”, sostuvo.

“Por nuestras hijas hacemos lo que sea. Y esta noble labor nos enseñó que pese a los problemas, uno deber buscar ganarse la vida honradamente, eso lo que importa”, finalizó.