Fue un crack de River en los ochenta, pero se consagró con Sol de América en el 91. Un conocedor del fútbol que hoy se dedica a formar jugadores.
- Por Juan V. Duarte
Tal vez la generación más joven no lo sepa. Pero en los ochenta River Plate, el Kelito, fue gran protagonista de los torneos de Primera de nuestro fútbol. Si bien nunca pudo lograr un título en la categoría principal, llegó a ocupar lugares de privilegio y con grandes jugadores. Uno de ellos y de los más destacados fue su delantero Francisco Mancuello (61), que también mostró sus enormes virtudes en otros clubes. Jugador hábil, rápido y encarador “como los de antes”, Crónica mantuvo una más que entretenida charla con él.
El mismo Francisco reconoce que tuvo que volver del “exilio” para jugar, tras haber abandonado el país junto con sus padres, siendo muy niño, en la época de la dictadura.
“Yo nací acá, pero a los 4 años mis padres se exiliaron en la Argentina. Ellos eran perseguidos políticos, porque eran del Partido Liberal y me documentaron como argentino”, menciona Mancuello.
“En Argentina vivía en una villa y fui a jugar a Boca Juniors, en la novena categoría y luego en la octava. Era la atracción porque jugaba muy bien. Pero un día estaba volviendo a mi casa, ya en la época de (Rafael) Videla, dictador argentino, los militares de allá me altearon. Y como yo era muy inquieto por esa época les enfrenté, me pegaron y yo reaccioné. Ahí me pegaron todito mal y estuve preso como tres meses”, relató.
Fue ahí que se le dio la posibilidad de volver. “Me enviaron de nuevo acá y gracias a que le conocí a don Titilo Scavone (tío de Óscar Vicente, expresi del Olimpia), llegué a River, tenía 16 años”, recordó.
A partir de ahí la vida de Francisco estuvo marcado a fuego y su estancia en el Kelito se extendería por 11 años, para luego pasar a jugar en otros clubes, como Sol de America -donde consiguió un título- Libertad, donde fue subcampeón y finalmente Sport Colombia.
“Las lesiones evitaron que pudiera seguir, porque ya casi siempre jugaba infiltrado”, remarcó.
“Nunca un tipo me pegó tanto en un partido como Riveros”
“Esa fue una masacre”. Así recordó Mancuello la final jugada ante Cerro Porteño en 1990, cuando militaba en Libertad. Y al toque le vino a la mente el marcaje no tan santo que le impuso José Domingo Riveros, volante marcador del Ciclón.
“Nunca un tipo me pegó tanto en un partido como José Domingo Riveros. Literalmente nos mataron, salimos todos lesionados. Ya mucho después, Riveros me dijo, “heta che chulea”. Además, en ese partido pasaron muchas cosas, los árbitros cobraban cualquier cosa. ¿Sabés qué me dijo el árbitro cuando le reclamé? ‘Oîmbáma voi la osêva’erã campeón’ (ya está establecido quién debe ser el campeón). Y bueno, era ahí donde te liquidaban”, recordó.
Espera seguir formando si la pandemia lo permite
“El técnico tiene que saber entrarle al jugador”, fue la frase más recurrente de Mancuello durante la entrevista. Tal vez por eso decidió incursionar como técnico en las formativas y venía trabajando en Sol de América, hasta que llegó la pandemia.
“El fútbol no tiene secretos, hoy en día se prioriza lo físico sobre el talento y no debería ser así”, menciona. Agregó que solo Sergio Markarián, en su etapa en Sol, le permitió jugar como él quería. “No me marcó ni un técnico en especial, pero Markarián me decía que entre a hacer lo mío. Tampoco veo jugadores que marquen una diferencia hoy en día, salvo los hermanos Romero, que tienen una gran personalidad y tienen mucho talento”, refirió finalmente.
No le tragaba a uno y luego fue su amigo
La manera divertida de jugar, casi tentando al rival, siempre le creó problemas a Mancuello. Y si a eso le sumamos su habilidad, creaba más roncha todavía. “Una vuelta jugamos contra Colegiales, que tenía de central a Librado Rodríguez. Yo siempre me iba de frente y le pegué un baile. Él me decía ‘angante he’úta peteî quedate quieto’. Y yo le respondía, ‘moopio nde kamba vai’. Lo que sí, faltando 15 minutos me pegó un rodillazo y ya no pude jugar. Te juro que le odié. Ya en el 90, cuando fuimos de refuerzo a Libertad, le encontré a él, en la misma pieza íbamos a estar y yo dije que no quería compartir. Finalmente resultó ser el tipo más bueno del mundo. Ahora lo recuerdo como anécdota”, añadió.
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