POR RODRIGO VALDEZ (@rodrisamuvaldez)

Se define como “funerario”, aunque muchos lo consideran un “artista de la muerte”. Y no es para menos. En más de tres décadas de trayectoria las manos de don Florentín Fleitas embellecieron y restauraron a una cantidad inmensa de cadáveres.

Desde el anonimato -entre otras tantas cosas que realiza en su funeraria- prepara a ese ser que partió al más allá, para que el “encuentro” con sus familiares sea lo menos traumático posible. ¿Qué hace? Se dedica a maquillar a los difuntos y dejarles lo más natural posible para el velorio.

Pero con la llegada de esta pandemia ese oficio se extinguió por completo debido a las precauciones que se toman con los fallecidos. “Este trabajo si que se murió desde que llegó el covid. Debe ser el único ofició que literalmente ya no se puede realizar por culpa de esta pandemia”, contó a Crónica don Florentín.

Para él, como para los que realizan esta profesión, maquillar a los difuntos signi f ica un respeto absoluto por el fallecido, un trato de afecto a la persona que partió a la eternidad, por lo que ahora sienten tristeza al no poder brindarles ese servicio.

“Extrañamos darles cariño a los fallecidos. Para nosotros es satisfactorio dejar el cuerpo lo más natural posible, con el mayor aspecto a vivo, como si solo estuviesen durmiendo, y que los familiares lo vean por última vez de la mejor manera. Desde que comenzó la pandemia ya no lo hacemos”, explicó.

“Ahora todo es rápido. Si falleció de covid es de la bolsa mortuoria al cajón directamente, se sella y ya está. Con los que fallecen por otra causa también se sigue el mismo procedimiento por si las dudas. El velorio es entre una hora a 5 horas máximo, depende de los casos”, finalizó.

“Para nosotros es satisfacción dejar bien al fallecido”, dijo

“En nuestra funeraria contamos con una morgue. Allí tenemos una pileta especial, le bañábamos y le hacíamos la formolización. Posteriormente, lo colocábamos en la camilla y comenzábamos a maquillarle, luego le vestíamos, lo acomodábamos en el cajón y lo llevábamos al sitio donde se le va a velar. Ahora todo ese trabajo terminó”, contó don Florentín, quien es el encargado de la “Funeraria Fleitas”, ubicada en San Lorenzo.

Por su parte, Lizandro Zárate (32), quien también trabaja en una funeraria y se encargaba de dejar al “cliente” listo para el último adiós, dijo que “para nosotros es una satisfacción dejar bien al fallecido. Es como brindar cariño al que ya no está. La sensación que sentimos ahora es digamos de pena por no poder hacerlo”, sostuvo.