Con una pulidora los bomberos liberan de su “compromiso” a varias personas que acuden a pedir el rescate de sus “vidas”.

“En estos 29 años de servicio como bombero, recibimos llamados para hacer de todo… rescates tanto de personas como de animales, actuar de psicólogos cuando alguien sube a la famosa antena del 2 de Mayo e intenta suicidarse, buscar a ahogados, incluso nos hacemos de los ñembotavy cuando los días de lluvias algunos fantasmas nos piden socorro dentro del cuartel.

Pero lo más nuevo y llamativo ahora es que muchas personas acuden a nosotros para que les quitemos sus alianzas”, he’i Domingo Podestá, fundador del Cuerpo de Bomberos Voluntarios Rojos de Pedro Juan Caballero.

“Usamos una pulidora para cortar el metal. Cuidadosamente cortamos, tenemos que poner debajo una chapita y constantemente le derramamos agua para que no se quemen. Ya somos expertos en el tema”, contó entre risas.

“Hay veces que también aparecen niños que se meten cualquier cosa por el dedo o como pulsera y ya no pueden sacar. Con ellos es más difícil porque se desesperan al ver que acercamos la maquinita por ellos”, aseguró.

Entre sus tantas anécdotas, “Mingo” comentó que “no nos atrevemos a preguntar el motivo pero muchos incluso lloran cuando les estamos cortando la argolla. No sabemos si es por el lado sentimental o por el económico”.

“Ya son más de 30 las personas que se acercaron en los últimos meses para que con una maquinita cuidadosamente le cortemos su alianza. Fija que dos a tres casos por semana aparecen, pero son más las mujeres las que se mandan cortar. También hay muchos hombres que se deshacen de su compromiso de esa forma. La verdad no preguntamos el motivo, solo hacemos el servicio”, aseguró.

Entre los tantos casos que le tocaron ver, contó que “una vez una persona lloró mientras cortábamos el metal porque contó que el anillo le había costado más de dos millones”.

Realmente nos llama la atención, pero no podemos ser curiosos. Algunas veces es obvio el motivo cuando son embarazadas a quienes se les hincha toda la mano y por eso se les tiene que cortar mante”, dijo el voluntario.

“En todos estos años de servicio, lo que me conmovió fue cuando tuve que rescatar a una mujer que se había ahogado. Recibimos el pedido de auxilio y acudimos. Me puse el traje de buzo. Bajo el agua no se ve nada, pero rápidamente encontré el cuerpo. Cuando le saqué nos dimos cuenta que estaba embarazada. La mujer estaba muerta, pero el bebé seguía pateando como queriendo salir. La verdad hicimos de todo para reanimar a la madre, pero de nada sirvió y la criatura de a poco iba disminuyendo sus movimientos hasta que se quedó quieto. Eso es algo que jamás voy a olvidar”, he’i.

“Otro de los momentos de terror que pasé fue cuando quisimos rescatar a una chica que se lanzó al vacío frente a nosotros”, dijo.